Empieza la cuenta atrás hacia ese silencio que reclamaba para sí Cesare Pavese y que, por desgracia, no se concretará definitivamente hasta finales de agosto. Como primer paso hacia esa consecución he tenido que tomar la dolorosa decisión de desvincularme de la Editorial Origami, despedirme de mi querido amigo Antonio Huerta. Para esos buitres que esperan sangre, que me consta los hay, decirles que lo siento mucho por ellos, pero Antonio y yo seguimos siendo amigos, más que amigos. Siempre le estaré no agradecido,agradecidísimo, y siempre que me lo pida haré por él cualquier cosa que esté en mis manos. Pero, a mi modo de ver las cosas, creo que como escritor,editorialmente hablando, he tocado techo. Ni yo soy un poeta twit star ni Origamies una editorial, de momento, que pueda llegar más lejos mediáticamente hablando. Y es jodido sobrevivir y vender libros cuando escribas lo que escribas, como si escribo el Quijote (ah no, el Quijote ya lo ha destrozadoAndrés Trapiello hace nada, perdón), no llega a los medios culturales. Eso no sería un problema para mí, nunca lo fue, pero el problema empieza conCampanas de Etiopía, un libro que, a mi juicio, no se merece el silencio a que está siendo condenado. Además es el inicio de un ciclo que, aunque esté mal que yo lo diga, es una bomba, algo original, algo que no estoy dispuesto bajo ningún concepto a tirar a la basura como todos mis anteriores libros. Así que me he cansado ya de tanto mamoneo. Antes prefiero no editar más cuadernos de dicho ciclo que ver como se silencian sistemáticamente. Con Campanas hice algo que no suelo hacer: enviar por mi cuenta ejemplares a distintos medios. No solo no me han hecho reseña alguna, es que ni siquiera me han dado acuse de recibo. Pero lo entiendo. Origami no puede permitirse esos cuadraditos de publicidad que otras editoriales insertan en los suplementos culturales ganándose así, con toda justicia, la prioridad en dichos medios a la hora de las críticas o reseñas. Contra eso no se puede luchar. Yo no. Así que...
El caso es que más contento no puedo estar con mi legado literario en Origami,que da comienzo en abril de 2011 con la inclusión de dos de mis poemas en la antología Nocturnos, Antología de los poetas y sus noches, de la que te dejo con un poemita, un haiku, bajo la cubierta:
haiku
ya se desnuda
tu sombra en las paredes
apago la luz
En enero de 2012, después de que otro editor decidiera perder dinero él (1000 euros) y hacerme perder el tiempo a mí (dos años y pico), se edita mi primer libro con Origami: No hay tiempo para libros (Nadie a salvo), con prólogo de Ainhoa Sáenz de Zaitegui y fotografía de cubierta de Alejandro Zapico, y 50 poemas:
espejo
casi 51:
y todavía puedo mirarme
a la cara:
a los ojos:
en el espejo,
sin que este
se empañe:
Ese mismo año, 2012, en marzo, participo en otra antología: Esto no rima, Antología de poesía indignada, coordinada por Abel Aparicio y con fotografía de cubierta de Quentin Bruno:
testigos
se acerca ya
la hora del relevo:
presientes la línea de meta
y será entonces cuando habrás de ceder
el testigo:
entregárselo a otros hombres de palabra:
escritores de no ficción de ser posible:
ellos le protegerán:
al testigo,
de cargo:
para que siempre
que tenga ocasión
declare antes sus lectores:
sus semejantes:
la vedad que solo él conoce
sobre los crímenes que presenció
o sobre aquellos otros
en los que él mismo empuñó
el arma
homicida
En marzo de 2013 se edita la 2ª edición de Nocturnos, Antología de los poetas y sus noches:
Luego, en septiembre de 2013, sale la 2ª edición de No hay tiempo para libros, con el añadido de 17 nuevos poemas y 1 relato inédito en libro:
disociación
todavía hay días
en que a mi mente
ante tanta injusticia como ve
y sufre
le crujen los dientes
y quiere alzarse en armas
y salir a la calle y que empiecen
a rodar cabezas:
sin embargo, sabio
y castigado a través de los siglos,
el cuerpo
ya no la sigue
En marzo de 2014, en edición de José Ángel Barrueco, aparece El lenguaje de los puños, Antología crítica de la poesía de David González (Volumen I):
el tigre
Javi tenía tatuado
un tigre en el antebrazo.
Bueno, no sé si era
un tigre o un leopardo,
algo así.
y se chutaba en las pintas
de la piel del animal
porque de esa forma
no se le notaban las marcas.
Y así siempre.
Hasta que un día
el tigre se cansó
y le comió el brazo
de un mordisco.
Ante el fracaso de este primer volumen, a pesar de la originalidad de su propuesta en el tema de las antologías personales, no nos desanimamos pero sí decidimos juntar en un solo libro los 3 volúmenes restantes, dando lugar a El lenguaje de los puños, Antología crítica de la poesía de David González, volúmenes 2, 3 y 4, en edición de José Ángel Barrueco y con fotografía de cubierta de Demian Ortiz:
La primera piedra
¡Venga!
Que tire
la primera
piedra
el que aún tenga
mano
para tirarla.
Este libro fue todavía un fracaso mayor que el anterior. De hecho, a fecha de hoy, de una edición especial de 78 ejemplares, aún quedan libros. Estoy en condiciones de afirmar que este fracaso me dejó muy tocado. Pero uno no se rinde, y Origami tampoco. Por lo que este mismo año, 2015, en marzo, se editaAquello que conservamos después del naufragio: un acercamiento a la poética de la consciencia de David González, trabajo de fin de carrera de la filóloga Natalia Salmerón Suero:
Y en marzo de 2015, al mismo tiempo, se edita Campanas de Etiopía, elCuaderno 1 del Ciclo Los que viven conmigo y me temo que el último:
Los escritores
se dice
que los grandes hombres
escriben la historia:
y yo digo
y afirmo
que quizá sean
unos grandes escritores:
pero no
en todo caso
unos grandes hombres:
Aún me queda otro libro por editar, que saldrá en unos días, y un cuadernito con 22 poemas, que saldrá en agosto. Luego, por fin, el ansiado silencio.
Decir, por último, que he decidido quitar de mi blog los enlaces a blogs y editoriales, así como también el tema de los seguidores, púgiles, pues a juzgar por el número de visitas no parece que los contenidos de este cuaderno interesen mucho a dichos seguidores o púgiles, así que, mientras siga con este blog, prefiero no saber los seguidores que tengo o los que dejo de tener. En realidad, como le decía el otro día a un amigo: yo no vine a la escritura para hacer amigos o seguidores, sino para escribir libros y hacer lectores. Y como esto último no lo he conseguido, creo que ya no tengo más que hablar. Sobran las palabras.
Gracias, insisto, a Antonio Huerta y a la Editorial Origami, por estos libros, y, por supuesto, a todos aquellos lectores que hayan comprado alguno de los ejemplares de dichos libros.