--Imagen: Librería Ateneo Grand Splendid, Av.Santa Fe 1860, BªRecoleta. CABA--
En un reciente viaje a Argentina, en Buenos Aires, en una librería de viejo, en el barrio de San Telmo encontré un librito de poemas de Cristina Villanueva (POEMAS PARA EL GRITO) de 1967, rescato aquí tres de ellos.
ENUMERACIONES
Por las articulaciones,
por los ángulos,
por los espejos,
la sonrisa,
el agua,
las canciones,
la madera y las piedras,
por los puentes,
los ascensores,
los besos,
or la derecha y la izquierda
se escapa nuestra vida.
¿Cómo recuperar el tiempo de los cafés?
¿De las convalescencia?
¿Del sueño?
¡Viviendo!
Vivir aprisa.
Acumular el tiempo.
Aprovecharlo.
Bebemos como una gigantesca garganta.
¡Agotarnos dando!
Ir hacia el final con las manos llenas de tibieza,
como soles para el ocaso
y el corazón sonoro como guitarras.
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ECO
Tirada sobre el suelo.
Como un animal tendido
sobre la tierra.
Como un niño perdido
y asustado donde se separan
los caminos.
Escuchando.
Con el oído pronto a percibir
el ruido.
Esperando una respuesta.
Un golpe del otro lado
que me diga que no estoy sola.
Una mano tendida.
Una puerta abierta,
un sonido nuevo.
Un grito ajeno o mío.
¡Sólo un grito!
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HOMBRE
Sujeta.
¿Es que puede alguien
sujetar a nadie?
Para que no me escape
hacia el llamado de las esquinas.
Así quieres tenerme.
Con la boca donde se enfrían tus besos
a la madrugada.
Asfixiada en tu abrazo extendido hacia los edificios
para que no entren en ellos las esquirlas de la luna
en busca de la flor roja que les alimenta.
Con los hombros sin lumbre
en las playas donde otros veraneantes
no dibujan sus huellas.
No me gusta detenerme en un solo espejo y habitarlo.
Ni acostumbrarme a los roperos.
Déjame aceptar, entonces, los rostros invisibles
que me sonríen sobre tu torso repetido.
Déjame desvestirme en las habitaciones nuevas.
Desatar mi cabellera por los corredores.
Y los ángulos,
y el verano.
Para poner sobre la máscara
mi rostro definitivo.
y uno más actual rescatado de la red:
Jardín efímero
¿Las plantas son humanas?
Tanta despedida y despedidos y voces en discos para ahorrarse sueldos y tantos ceos que calculan sacarle más a los más vulnerables y se ríen y sus dientes brillan con la alegría del depredador el pan y las rosas, el trabajo, el ballet, el cine, el arte, la cultura y la alegría mordidas y la información transformada en silencio. Salgo al jardín con llanto atascado por los tarascones de mentiras veo en el banco blanco con su antigua belleza de volutas y vacíos entreabrirse y avanzar como un saludo verde espanta tristeza una mano de hojas acaricia mi cuello que se inclina naturaleza brava que me levanta para que les enseñe a esos los del derrame de ácidos dolores la humanidad y la poesía |
Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar
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