(…) como si el alma / fuera un intestino/ o una garganta. (Jesús Lizano)
Hay que agarrar la tierra,/calentita o helada,/y comerla/¡comerla! (Oliverio Girondo)
Sean los poetas intestinos
—bellos rumiantes del verso
mastiquen el bolo despacito
hagan trabajar su yeyuno
reposen la secreción biliar
y que excreten finalmente
nuevos poemas grumosos
Id contra los poetas gástricos
los que desprecian la rapsodia
que evitan la perfopoesía
y aborrecen el arte bardo
los métodos escénicos
—polipoéticos
o las nuevas maneras de cantar
a Dulcinea
Dicen los lame-micros que basta
con su adusta jeta con su nombre
anunciado por un chambelán
adoran su arte gráfico gravoso
y creen que el poema
—pobres incautos
no es estiércol
Se niegan a masticarlo a digerirlo
lo desposeen de su fase anal
lo entregan crudo tembloroso
leen amorrados a su publicado libro
con bajita voz y nula emoción
—pero con gran ego
Entonces ese pobre y buen poema
se nos atraganta a medio camino
provoca acidez y somnolencia
eructamos su intenso sabor a ajo
Digieran señoras, caballeros,
sus versos lipídicos fosfatosos
y no los regurgiten de repente
Trabajen traje, movimiento y tono
antes de entregarlos a Dulcinea
no sea
que se reciten ustedes encima
y
nos manchen las camisas de bilis
en vez de evacuarnos el alma
—el poeta es un sistema digestivo
dejándonos una dulce sensación de alivio
Txus Garcia
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