He querido que estas palabras fueran más transparentes que de costumbre, que no las vierais ni siquiera en el papel, sino en la voz que siempre intenta dejarlas allí arriba para que caigan despacio sobre el agua. Quería hablar de una poesía que no rescindiera su misión de discurso moral y ético, y de espacio de autentica libertad. Aves y hombres juntos volando. Y oigo el eco de los agoreros, el eco de los falsarios, y veo el monopolio, la dictadura de lo blando, de lo que nos falta a la inteligencia, de lo amarillo, la etiqueta burda, y leo la poesía blanda e imbécil de nuestros tiempos. Blanda, esa es la palabra que produce en la boca asco. He querido que estas palabras arrastren a otras. He dicho simplemente no a la poesía de la experiencia porque en verdad carece de experiencia. Yo tengo experiencia de vida y de muerte y mi poesía, o mi reino de palabras transparentes radica en eso, en mi experiencia verdadera, y no en una experiencia falsaria, en una construcción literaria, en una filología vacía. Necesito para esto que mis palabras entablen conmigo una relación esencial, una relación pura, y a veces será clara y otras oscura, será lo que ella quiera ser. Y necesito encontrar mi lengua para esto, mis palabras en la ceniza de mis palabras. Es así que manifiesto una necesidad ahora de una poesía en libertad, una poesía que no ataje, que se encuentre en el centro del lenguaje y no en el de la filología. Una poesía que no sea secuestrada. Voces a media altura, y aves y hombre volando a media altura en la luz. Sumaros a estas palabras y no tengáis miedo.
Miguel Ángel Curiel
(Tomado del blog de Viktor Gómez e inicio de un debate que se presume largo y...necesario.)
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