Cabra, 1980
MERECIMOS EL FUEGO
Una cálida luz que celebra
el presagio que la ciencia otorga
regresa la vocal que se diluye,
sin solemnidad.
Y ahora,
con ese timbre neutro de quien olvida
refugiarse en el espejo de otro, sin mas,
rompes la cadencia que la piel sugiere.
Gritas y el vacío pierde su consistencia,
el fuego, la evocación del sueño amargo
que no retrocede, y de nuevo,
en el aire se incendia una flor
que sostiene el grito.
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