Un Mcguffin en la acera diciendo ’nunca estuve aquí'. Un rodeo lingüístico, como algunas esculturas enroscadas que
cuelgan de la pared. Cuesta no acordarse del que Vila-Matas halló en Kassel
no invita a la lógica, el gran McGuffin del arte reciente. Curiosamente,
también este artista (Raúl Díaz Reyes (Madrid,
1977) investiga sobre los límites del lenguaje y el valor
estético de todo lo que no rodea. Habla de procesos de cambio, como el título
de la exposición, y de su gran hallazgo el año pasado en Nueva York, durante su
residencia en el Lower Manhattan Cultural Council: el aluminio y el estaño,
materiales tan maleables como su idea de dibujo, que lleva ahora a sus tres
dimensiones. En ello sigue trabajando en São Paulo, gracias a la beca Pivó-El
Ranchito/Matadero que acaba de ganar. El cómic underground, la ciencia
ficción, la ufología, el simbolismo o el arte outsider siguen estando en la
base de sus obras, cada vez más sofisticadas. Un sistema alterado de relaciones
perceptivas que, aunque tampoco inviten a la lógica, nos brinda una sensación
de perplejidad.
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