--Articulo de Elena Vozmediano en El Cultural)
Escritura experimental en España, 1963-1983
Círculo de Bellas Artes. Alcalá, 42. Madrid. Hasta el 11 de enero.2015
Obras de Esther Ferrer incluídas en la exposición
----
Es un archivo vivo, en el que aún caben (es un decir) nuevas adquisiciones, pero da ya para toda una vida de investigación. Lo componen más de 120.000 documentos y unas 2.000 obras de arte, estima José María Lafuente, su propietario. Se habían visto ya conjuntos de piezas más o menos amplios en exposiciones varias pero este año ha sido el de la puesta de largo, con tres muestras casi simultáneas que todavía se pueden visitar en Santander (sede del archivo) y esta en Madrid, que aborda uno de los ejes del archivo, la escritura experimental, desplegado previamente en Artium, Vitoria (2010), y en el Museo de Bellas Artes de Santander (2012), con nóminas más amplias que en esta ocasión: Javier Maderuelo, el comisario, ha evitado el enciclopedismo fatigoso y ha optado con buen criterio por hacernos conocer las figuras centrales de esta forma de creación, ciñéndose además a un período que va de 1963, año de fundación del grupo Problemática 63, con Julio Campal a la cabeza, a principios de los 80, cuando la era de la clandestinidad cultural se había cerrado ya y el acceso a la información artística internacional se había extendido.
Son 23 creadores que no podemos caracterizar de manera unívoca pues fueron poetas, escritores, músicos o/y artistas visuales. El propio Maderuelo, afirma Lafuente, debería haber formado parte de la exposición pues, aunque ahora actúa como investigador e historiador de ese capítulo mal conocido de la historia del arte español, fue antes uno de sus protagonistas. Los conocimientos de ambos sobre artistas y obras son abrumadores pero han conseguido ofrecer una síntesis que nos permite adentrarnos con paso seguro en un terreno aún por cartografiar y por apreciar en lo que vale.
Son 23 creadores que no podemos caracterizar de manera unívoca pues fueron poetas, escritores, músicos o/y artistas visuales. El propio Maderuelo, afirma Lafuente, debería haber formado parte de la exposición pues, aunque ahora actúa como investigador e historiador de ese capítulo mal conocido de la historia del arte español, fue antes uno de sus protagonistas. Los conocimientos de ambos sobre artistas y obras son abrumadores pero han conseguido ofrecer una síntesis que nos permite adentrarnos con paso seguro en un terreno aún por cartografiar y por apreciar en lo que vale.
La selección incluye, para completar el relato, algunas piezas de colecciones públicas como el MACBA, el Reina Sofía o la Biblioteca Nacional, donde se conserva buena parte de la obra de uno de los artistas más interesantes de la exposición, Felipe Boso, con un trabajo poético/plástico casi secreto, quien desde Alemania se afanó en concertar a los escritores experimentales españoles y que dio a conocer allí, mejor que en España, sus creaciones. Una de las enseñanzas de esta exposición es la tendencia prosperó gracias a algunos “líderes” que promovían la producción y la divulgación. Algunos de ellos venían de fuera de España, como Julio Campal o Alain Arias-Misson y otros viajaron e hicieron de puente con escenas artísticas foráneas, como José-Miguel Ullán, exiliado, o José Luis Castillejo, diplomático. Las iniciativas editoriales fueron decisivas para la posterior conservación de unos frágiles materiales con gran riesgo de desaparición. Y también el afán recolector de algunos de los autores, en particular de Fernando Millán, cuyo archivo compró Lafuente.
Hubo un pequeño foco vasco, a partir de Oteiza, Aguirre y Sistiaga, y un foco catalán, con Cirlot, Brossa y el compositor Mestres Quadreny (fantásticas sus partituras visuales). Pero buena parte de lo aquí relatado sucedió en Madrid, articulado sobre relaciones artísticas y de amistad, en grupos como el citado Problemática 63, la Cooperativa de Producción Artística y Artesana, con Ignacio Gómez de Liaño, Herminio Molero, Elena Asíns y Manolo Quejido, Zaj o el Grupo N.O. Encontramos en la exposición escritura en sentido estricto pero también otras obras con un componente plástico muy importante: así la película pintada a mano de Sistiaga, las “narraciones” en secuencias fotográficas de Ullán y de Millán, los collages postales de Liaño, la documentación de “acciones poéticas” de Molero y Arias-Misson o los planos del Rascabeto de Isidoro Valcárcel Medina.
Hubo un pequeño foco vasco, a partir de Oteiza, Aguirre y Sistiaga, y un foco catalán, con Cirlot, Brossa y el compositor Mestres Quadreny (fantásticas sus partituras visuales). Pero buena parte de lo aquí relatado sucedió en Madrid, articulado sobre relaciones artísticas y de amistad, en grupos como el citado Problemática 63, la Cooperativa de Producción Artística y Artesana, con Ignacio Gómez de Liaño, Herminio Molero, Elena Asíns y Manolo Quejido, Zaj o el Grupo N.O. Encontramos en la exposición escritura en sentido estricto pero también otras obras con un componente plástico muy importante: así la película pintada a mano de Sistiaga, las “narraciones” en secuencias fotográficas de Ullán y de Millán, los collages postales de Liaño, la documentación de “acciones poéticas” de Molero y Arias-Misson o los planos del Rascabeto de Isidoro Valcárcel Medina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario