LO
QUE SUPE DE XAVIER SABATER
Carlos Romeo
Hay un antes y un después que
deben relatarse para poder situar lo que quiero contar.
Empezaré con un breve apunte
autobiográfico. Creo que mucha gente identifica, sobre todo en el recuerdo, la
tercera década de su vida como una época feliz, como si los “veintitantos años”
fueran sinónimo de algo positivo sólo por invocar esas cifras. En mi caso no
fue así. Los años ochenta (yo cumplí veinte años en 1981) fueron una mala época
de mi vida. Yo vivía en el centro de Madrid, en el barrio de Chueca, no muy
lejos del barrio de Malasaña. Allí, en la calle San Vicente Ferrer, un
compañero mío del instituto (junto con su pareja de entonces) abrió un bar de
copas llamado El Roto, muy cerca del Elígeme. De una forma
espontánea empecé a recalar en este local con frecuencia, y fue allí donde
conocí a Xavier Sabater. Llamaba la atención su aspecto de hombre delgado, con
el pelo peinado hacia atrás y vestido de negro. Ha pasado mucho tiempo, más de
veinticinco años, desde aquel primer encuentro y no puedo recordar las fechas
exactas, pero tengo la certeza de que hablo de la segunda mitad de la década de
los ochenta.
Creo que no fui consciente
hasta más tarde de la conmoción que provocó en mí conocerle. En lugar de hablar
sobre arte, Xavier practicaba el arte. Poesía, obra gráfica, música, pero más
allá aún de lo que estos nombres pueden evocar en primera instancia. Hablaba de
poesía visual, audiopoesía, poesía fonética, etc. Polipoesía, en suma. Y no me
olvido de las tendencias que inventaba, como el “No Arte Total”.
Seguramente no mentiría si dijera que la mitad de nuestras conversaciones
tuvieron lugar en bares, como El Roto u otros. También estuve en su
vivienda y lugar de trabajo, un amplio local situado en la calle Valverde. Los
hilos del destino parecen trenzados, mi familia vivió durante décadas unas
casas más abajo de esa misma manzana. Luego supe que su primer domicilio en
Madrid lo tuvo en una vivienda del mismo edificio donde yo viví posteriormente
entre 1991 y 1992.
Con mi amigo, el que montó El
Roto, Xavier había intentado hacer música sin muchos resultados o al menos
eso creí entender. Yo cogí todos mis teclados y gran parte de mi equipo y lo
dejé todo en su local. Así que tocamos y ensayamos en varias ocasiones. También
se grabó, con un micrófono colgado del techo, parte de lo que hicimos y que
acabó siendo una de las fuentes de Proyectos, una cinta de cassette del
SISS.
Yo recuerdo a Xavier Sabater
como una persona con la mente efervescente y llena de ideas. Me habló mucho del
LIAD, Laboratorio Informal de Actividades Diversas, del cual el SISS, Sección
de Investigaciones Sin Sentido, era parte. Me habló de sus amigos de Barcelona,
como Félix Menkar, Antón Ignorant o Alberto Coduras; y de mil y un proyectos
más, como la idea del colectivo que tenía in mente, ODA. Con algunos
conocidos de mi ciudad hubo un amago de formar un LIAD-Madrid pero, aunque nos
reunimos para hablar de ello, el asunto no fructificó.
Las cosas que hicimos entre él
y yo fueron varias. Aparte de mi presencia en parte de la ya comentada cinta Proyectos,
llegamos a escribir una canción a medias. Se trata de “Nunca-Nunca”. Era un
proyecto de música pseudocomercial, en palabras de Xavier. Los versos se
desarrollaron sobre una base musical mía, y recuerdo perfectamente cómo a él se
le ocurrió la música del estribillo. La letra era suya por completo y la
desarrolló mientras escribíamos la pieza. Una primera versión de la letra del
estribillo fue sustituida por otra cuando él creó una nueva melodía para el
mismo. Tenía yo entonces una hoja enorme de papel milimetrado y en ella escribí
la letra de la canción, con las dos variantes. Ese es el motivo por el que no
hay una versión autógrafa del texto por su autor. No lo grabamos.
Posteriormente, yo sí grabé mi versión de la pieza, cantándola yo mismo. Era
más up tempo que la misma tal y como la ensayamos en su día. ¿Otoño de
1987? Es una fecha aproximada, quizá probable.
Con relación a la música hay
que hablar de un par de cosas más. Durante parte del curso académico
transcurrido entre 1987 y 1988 planteamos y realizamos una serie de Audiciones
Sonoras en el bar Redoxon, de nuevo en la calle de San Vicente Ferrer en
Malasaña (en la acera de enfrente del Elígeme). De estas audiciones, se
repartieron flyers y Xavier hizo uso de su lista de contactos. De todas
las que hicimos la que tuvo más éxito de público fue la primera, dedicada a la
Audiopoesía. Además, Xavier se había comprometido a distribuir cintas con la
música de Antón Ignorant, Víctor Nubla y artistas con estos relacionados, y
estos se promocionaban en estas ocasiones.
Recuerdo varias de estas sesiones, de unas dos horas de duración, en las
que la selección de la música la hice yo mismo, como fue el caso de la dedicada
al minimalismo. El 28 de marzo de 1988 realizamos la dedicada a la música de
los integrantes del LIAD-Madrid.
Más adelante tuve una última colaboración musical con él, cuando Xavier ya
había vuelto a Barcelona a comienzos de los años noventa. Una de las
características de mi vida es que soy un especialista en perder trenes. Estaba
fascinado por la escena de las cintas de cassette autoeditadas y con la
técnica (y estética) de la grabación en cuatro pistas. Finalmente tuve una
grabadora así, varios años más tarde del que quizá hubiera debido ser su
momento. Esto es pertinente porque tuve la oportunidad de ofrecerle un fondo
musical a un poema que Xavier me envió. Se trataba de “Las mujeres que siempre
amé”. Construí la pieza con mi pequeño Casio SK 1 capturando muestras de Orfeón
Gagarin, Glen Moore y Don Cherry, y añadiendo mi guitarra solista grabada en
reversa. Es una pieza muy rítmica que registré en dos versiones, instrumental
por un lado, y con el poema recitado por mí en la otra. Todo esto se lo grabé
en una cinta y se lo mandé. Fue la última vez que hicimos algo juntos, de
alguna manera.
Dejando atrás lo musical y
yendo hacia la literatura, él y yo hablamos mucho de libros. Por ejemplo, de
cómo él había hallado una trascendencia en Céline que no encontró en Mishima.
Él me regaló, de las copias que disponía, fanzines como Exóticas Nuevas.
También dos libros editados por La Cloaca: la antología Algunos
poetas en Barcelona y su propia obra Oscuros silencios de bronce. Yo
tenía un texto, “Réquiem –fragmentos con banda sonora–”, y se lo presenté. Le
gustó lo suficiente como para incluirlo en el primer número de Warieteees,
una revista espléndidamente presentada que Xavier mismo editó. Algo que siempre
le agradeceré.
Yo escribía poesía desde hacía
algunos años. Había abandonado las formas clásicas para desarrollar una forma
de expresión libre. Con toda seguridad, conocer lo que estaba haciendo él fue
lo que me preparó para crear mi poema fonético “Tekhne Iatrike”. Sólo puedo
decir que a Xavier este texto le entusiasmó, tanto que lo incorporó
posteriormente al repertorio de Poliphonètica Dinàmica. Antes de llegar a esto,
hubo algunas cosas más. Le ayudé a montar una actuación en el Café Manuela, en
Malasaña, que tuvo lugar el día veinte de septiembre de 1988. Supongo que
gracias a esto vi Polipoesía en acción, ya que Xavier se encargó de crear un
espacio poético donde se desarrolló el acto. Había algo de “instalación”, algo
de “performance” junto a la propia poesía. Colaboré con él haciendo la segunda
voz de “Violencia y confusión”. Le sugerí que presentara “Tornava Retornava”,
ya que él temía alguna reacción adversa del público ante el uso del catalán,
pero no hubo ninguna. Yo participé con un par de piezas mías, pero estaba claro
que la Petit Performance Poli Poética Phonétika era algo suyo.
Con Xavier Sabater ya de vuelta
en Barcelona, tuve la ocasión de escuchar el espectáculo “Simplis poetus
ignorantius somus” presentado por Poliphonètica Dinàmica el día veintiséis
de junio de 1990 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Algunos elementos que
conocí en su Petit Performance Poli Poética Phonétika reaparecieron en
esta actuación, como la generación de un “espacio poético” y parte del
repertorio. Dentro del mismo el grupo interpretó mi “Tekhne Iatrike”.
El último contacto que tuve con él fue en 1996, en la época de la pieza
musical que he mencionado previamente. Él me regaló tres libros editados por sedicions,
que incluían su poemario Saba-Sanyo-Casio, dedicado, que he conservado
siempre.
Ahora debemos remitirnos al aquí
y ahora, al porqué de este escrito. Éste tiene que ver con un acto organizado
en Madrid, el pasado veintiséis de abril de 2014. Se trataba de la presentación
conjunta de tres publicaciones en las cuales colaboro, una literaria (Pélago)
y dos musicales (El Chamberlin y Oro Molido). Yo quise devolver
el favor que me hizo Xavier en su día recitando mi “Tekhne Iatrike” y planeaba
presentar su “Tea Nia Anibobis”. Me puse a buscarle por la red para contactar
con él y ponerme al día. Entonces me encontré con la terrible noticia de su
fallecimiento, sucedido en Barcelona el pasado seis de marzo.
Esto cambió de raíz mi
presentación. Decidí que dos textos míos envolverían una selección de poemas
suyos extraídos de los libros Algunos poetas en Barcelona y Saba-Sanyo-Casio,
junto al texto, que presumo inédito, de la canción que escribimos juntos,
“Nunca-Nunca”. No podía hacer menos por él, en su recuerdo y homenaje.
Escrito en Madrid a veinte de mayo de 2014. Ω
Publicado en la revista Pélago
nº 20 del 2014
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TEKHNE
IATRIKE
¡Ananké!
Soma krasis, tou somatos theion.
Physis tou iatros. Psyche krisis.
Eidea…
¡Lysis!
¡Krisis!
Psyche soma.
Psyche
soma.
Psyche
soma.
¡Aisthesis empireia tykhe!
Dyskrasia.
Dysroia.
Katananken.
Pepsis akmé, demioergoi euroia.
Pneuma triplokya, metastasis theion.
Tropoi Techne eukrasia.
Logos iatrike. ¿Eukrasia?
¡Dyskrasia!
¡Dysroia!
¡Katananken!
Parenkyma arkhia eleutheria.
Aisthesis tou somatos.
Tekhne Iatrike.
Parenkyma sepsis, empyema homoion.
Tropoi diakrisis. ¿Katatyken?
¡DYSKRASIA!
¡DYSROIA!
¡KATANANKEN!
Psyche soma.
Psyche soma.
Psyche soma.
¡Katananken!
Katananken…
Carlos Romeo. Primavera de 1988
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