Masturbar poesía con alejamiento y sin afán ni entusiasmo ni maldita necesidad, y pretender el goce cósmico parece un estéril ejercicio de soberbia...
¿Las cosas son, en este sentido, lo que parecen?
¿Las cosas son, en este sentido, lo que parecen?
Ahí lo dejo y copio a continuación unos exabruptos de Oscar de la Torre….
Poeta topamí: Abundante en el panorama faunístico español. Azul esciuromorfo y algo burgués, algo tibio, algo resbaladizo, sin caer en el zigzagueo (esto solo en momentos puntuales, ¡cuándo tiene que ser y con quién tiene que ser!). Infinito estado de conservación: su sensación más pulida. De medio tamaño, en su justo medio: ni fu ni fa como su poesía. A veces toma forma de escarabajo pelotero y entonces, exhiben su magnificencia: "lo tuyo es mío, y lo mío es mío"; salvo una excepción: cuando huelen el poder, cuando olisquean al macho-maestro o a la hembra-maestra, aquí sueltan algún favorcillo (ay, lo que cuesta una reseñita para otros; ay, lo que cuesta una entrevista para otros…).”Yo, cuando escribo, casi lloro”, dijo una topamí (normal, ¡con esos versos!); “yo, cuando leo, la tensión del lenguaje es tal, que casi lloro”, dijo otro topamí mientras ponía ojitos a la joven amante universitarias (qué tío). Otras veces, toma un perfil rechoncho, con orejas puntiagudas, como de duende, con antifaz de dos colores a modo de lirón/a careto/a.
Óscar de la Torre.
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