30/4/07

Anselm Kiefer en Bilbao

Mujeres de la Revolución. 1993

La retrospectiva de Anselm Kiefer (Donaueschingen, 1945) en el Guggenheim-Bilbao abarca setenta obras de su periodo francés (1992-2007). En su refugio de Barjac, cerca de Aviñón, el pintor del mal absoluto y del Holocausto ha creado decenas de trabajos a gran escala, muy acordes con el paisaje posindustrial de un taller de 42 pabellones donde trabajan una treintena de personas que se mueven como hormigas entre algunas de sus torres de plomo y sillería y kilómetros de claustrofóbicos túneles. Quizás todos estos cuadros matéricos que ahora vemos "embellecidos" en el edificio de Frank O. Gerhy nunca deberían haber salido de allí, pues conducen el sentido de la obra en otra dirección, que tiene más que ver con un Kiefer como figura "masterizada" que con el arte como "artículo de consumo", que es a lo que el artista se ha dedicado toda su vida, a poner dosis de religión, leyendas, alquimias y cábalas donde otros ponen latas de sopa y brillo-boxes, a utilizar el anonimato y la reclusión como propaganda donde otros utilizan la celebridad y la accesibilidad, y a usar el plomo, la paja y las flores de girasol remozadas en ceniza en lugar de pan de oro, fieltro y grasa. Kiefer, que sigue furtivamente a Beuys y a Warhol, nos ofrece el mapa de los héroes espirituales alemanes y la guerra desde una perspectiva puramente fetichista. "Coges un trocito de tela azul y puedes decir que es el cielo con todas sus connotaciones. Coges un trocito desgarrado de papel rojo y dices que es el cielo sobre Hamburgo visto desde la cabina del piloto de un bombardero inglés. Es lo que está ocurriendo ahora cuando los medios de comunicación muestran la guerra", explica el artista a propósito de uno de sus primeros libros, El cielo(1969).
ANGELA MOLINA (fragmento)

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