19/8/08

Cortazar. poesía


La lenta máquina del desamor]

La lenta máquina del desamor,
los engranajes del reflujo,
los cuerpos que abandonan las almohadas,
las sábanas, los besos,
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo,
ya no mirándose entre ellos,
ya no desnudos para el otro,
ya no te amo,
mi amor.

Todos los días una cucharada

Ahora que nombro al cientopiés esbelto,
río de palmas de mano, ceniciento trirreme,
que me caiga en la cara, me entre
por un ojo, revolcándose horrible entre pestañas,
que rompa sus anillos y me deje
cubierto de patitas furibundas, de veneno
y desgracia.
Rostro de mediodía,
aprende el cientopiés, la ignominiosa
necesidad de irse secando,
y mira: no estés triste, no te vayas por ahí
contándole tu vida a las personas.
Esto es nada, un dibujo que dejaron al irse
los pobres, pobres viejos,
una carpetita donde servían el té, y ahora
a lavarse las manos para ir a dormir.

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