Nace en Barcelona en 1979. Poeta,
jardinera, estudia Psicología en la Universidad de Barcelona. Ha participado en
Colectivos Poéticos y Haloperidol Poesía. Colaboró semanalmente con Gemma
Nierga, en el Programa La Ventana de la Cadena Ser, es miembro de la Asociación
Sociocultural Radio Nikosia. “La mujer-precipicio” es su primer libro de
poemas.
Tres poemas de su libro: La
mujer-precipicio
El insomnio es blanco
El
insomnio es blanco,
blanco como la cocaína,
mentira vendida, paraíso falso.
Blanco
como los mármoles caros del cajero
donde duerme el vagabundo.
Blanco
como las camisas de los empresarios,
de los que ordenan y crean insomnio a tantos.
Blanco
como la blusa Armani
que come del sudor y la espalda doblaba de mis padres.
El
insomnio es blanco,
blanco como la luna, como la nevera vacía,
como el arroz hervido de los pobres.
Blanco
como las sábanas blancas en las que lloras
porque no encuentras salida.
El
insomnio es blanco,
blanco sucio como el patio de la cárcel.
Blanco como las batas y las correas del psiquiátrico.
El
insomnio es blanco.
Blanco. Blanco. Blanco.
Blanco
como las pastillas
que muchos toman cada noche
para engañar a ese insomnio tan blanco.
Blanco. Blanco.
El insomnio es blanco.
---------
Me grito dentro
Estoy
cansada
de pertenecer a las cosas,
las cosas han dejado de pertenecerme
y son esas cosas las que han
acabado haciéndome suya,
me
observo
ambicionando lo que no necesito,
por mera imitación
de lo que otros necesitan,
entonces
me grito dentro,
me grito dentro de mi cabeza pelirroja:
¡Todo es
más fácil!
No necesitas ni el elogio,
ni que te miren,
ni verte rodeada de certeza,
no necesitas ser de las primeras,
ni conocerte del todo,
ni ser la más amada,
ni dos hileras de zapatos,
no
necesitas ser lo que se tiene que ser,
no quieres ser lo que se tiene que ser.
¡Todo
esto
me grito
dentro de mi cabeza pelirroja!
Y justo
después, sólo un rato,
me siento más tranquila, más niña,
más libre, más piedra que persona,
más objeto que ser vivo,
y esa
sensación de ser una cosa,
de ser papel o cartón o dibujo,
o una hoja o la ventana que no abro,
me deja minutos de tregua,
porque
son más libres las cosas
que las personas,
libres de no ser más que esa misma cosa
y no tener que demostrar nada a nadie
más que su ser mismo.
Minutos
de tregua
ante el dolor agudo de ver que yo
no escojo mi vida,
sino los otros más que yo misma.
El dolor agudo y el miedo
grande
de llegar
a sitios, gentes, o verdades,
que realmente ni escoger he podido
o tal vez ni tan siquiera necesito.
------
Nosotras, las del Mundo Raro
Chabela, duérmete aquí a mi
lado, déjame que te acune…
Déjame que te diga al oído lo que tú dices….
Que… vinimos nosotras, tantas, de un mundo raro…
Chabela… Y es preciso decir
tantas mentiras…
Y si quieren saber de nuestro pasado es preciso decir
otra mentira…
Diremos riendo que venimos de allí,
las dos, de un mundo raro…
Que no sabemos de amor,
Chabela, no conocimos dolor,
y que nunca, nunca, nunca
hemos llorado.