'Transfusión' (1965),
foto de una acción de Günter Brus.
El austriaco Günter Brus es una de las figuras más radicales del arte de las
acciones y las performances. Visceral,
antirromántico e intransigente, Brus utilizó con frecuencia su propio cuerpo en
prácticas sadomasoquistas, autolesionándose y pintando con su sangre y
excrementos. El Macba presenta ahora la primera retrospectiva en España de este
artista, con un amplio repaso a su trayectoria desde los años sesenta hasta la
actualidad. (...)
No se puede entender la obra
de Günter Brus sin mencionar a los precursores del arte desmaterializado, de la
acción y la performance -Pollock, Cage, Kaprow, Vostell, Fontana,
Shimamoto, Mathieu, Manzoni, Klein, Grooms, Oldenburg- y la literatura y el
teatro -Artaud, Bataille, Brecht, Pierre Guyoyat, el Living Theatre-. El grupo
vienés quería engrasar con sangre la fábrica del body art que
representaban aquellas prácticas más bien "neumáticas" (aliento de
artista, huellas dactilares, esculturas de aire, mierda enlatada), pues el
cuerpo humano, soporte, material y trazo de la obra de arte, podía y debía ser
degradado, envilecido e incluso mancillado en un proceso de "política de
la experiencia". Si Hermann Nitsch había sido el sacerdote libidinoso en
el ritual de lo sagrado, Brus ponía al descubierto las constantes
erótico-sexuales del hombre a través de la música del cuadro en una partitura
de signos y palabras; Otto Muehl revelaba lo que políticamente destruía la
coherencia espacial del individuo, mientras el simulador y pulcro Rudolf
Schwarzkogler convertía el arte en el purgatorio de los sentidos.
En la búsqueda de la acción total,
la obra de Günter Brus asocia los componentes pictóricos del expresionismo
abstracto y del informalismo con una gestualidad corporal arraigada en las
pulsiones sexuales masculinas. Importante señalar la cursiva, ya
que tales prácticas sádicas suelen universalizarse en la expresión
"comportamientos sexuales del ser humano", una frase que esconde la
existencia de prácticas humillantes hacia la mujer. Ejemplos que evidencian el
marco gore y agresivo de algunos "body-works" se pueden ver
en las salas del museo, fotografiados magníficamente por Khasaq -alias de
Siegfrid Klein-. En la "autopintura" tridimensional titulada Ana (1964),
realizada en casa de Otto Muehl, en Viena: el artista aparece envuelto en
vendas mientras se mueve en una habitación blanca; es un lienzo viviente que se
deja salpicar por la pintura negra, que también gotea sobre paredes y suelo.
Brus se mueve entre los muebles y la pared a un ritmo vertiginoso, entre los
objetos dispuestos como en un bodegón, un cubo de pintura tras otro sirven a la
desmedida lujuria del dripping. El cuerpo del artista aparece
desenfocado, sus límites físicos se funden con el escenario orgiástico, Khasaq
es incapaz de seguirlo en todo su vértigo. Como un efectodoppler, la masa
humana se difumina.
Angela Molina.
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