"La presente edición será definitiva y presentará la totalidad del poema (en 5 secciones, en 55 cantos, en 5.000 versos) con su estructura final, incorporando las 3 secciones completas que faltaban (“Para los que aún viven”, “La Caída de Dios” y “Canción de E”) y reescribiendo significativamente las dos iniciales ("El Saqueo" y "Los Otros Pobladores", que ya habían sido publicadas en sendos libros de 1994 y 1998)"
El libro se va a publicar gracias a la apuesta del poeta y editor Ignacio Escuín. La maqueta es del gran Kb
Indice:
* Prólogo Cinco
(por Jorge Riechmann, Antonio Orihuela, Eduardo Milán,
Eduardo Moga y Miguel Casado)
* «La marcha de 150.000.000» (poema):
1/. El Saqueo
2/. Los Otros Pobladores
3/. Para los que aún viven
4/. La Caída de Dios
5/. Canción de E
* Nota final de agradecimientos
Editorial Eclipsados, 2008 --- Tantaloyatreo@hotmail.com
Uno de los prólogos:
CUERPOS MUEVEN CUERPOS
(Antonio Orihuela)
Acompañar, resistir desde la compañía, encontrar a los otros, renombrar el mundo desde sus heridas... no es poco lo que este proyecto de escritura se ha propuesto en el contexto hostil de nuestra sociedad pacificada, sonámbula y hedonista, construida sobre una ciudadanía replegada y ajena a los asuntos públicos, que ha olvidado que lo privado es público y que lo personal e íntimo se cimienta sobre lo colectivo y lo común, lugares además cada vez más expoliados por las ideas de la propiedad y la vida privada.
No es poco, decía, lo que este proyecto de escritura se ha propuesto: mancharse con los crímenes del Imperio y los cuerpos de los desrostrados. Yo también, querido Enrique, creo que vale la pena. Que ese acercarse no puede quedarse en un vago sentimiento de solidaridad o compasión hecho de ideas, palabras e invitaciones de papel, sino que tiene que bajar a la calle y nos tiene que poner, en tanto cuerpos, a trabajar en organizarnos para ser un día dignos de entrar en las casas de los pobres.
Porque situar el cuerpo en primer término, situarse sobre la materialidad del mundo para hablar de los efectos que produce un cuerpo entre otros cuerpos, es ligar el habla y la acción; y ya que somos cómplices de las relaciones de dominación y explotación también podemos ser conscientes de nuestras posibilidades personales y colectivas de encuentro, cooperación y emancipación. La verdad, decía Spinoza, no es ningún lugar de descanso, no es ningún lugar de llegada: es el comienzo de nuestra marcha hacia las alianzas y una contienda.
Así que desde la primera vez que me enfrenté con ella, no he podido dejar de ver La marcha de 150.000.000 como un abrazo. De su boca colectiva salen palabras para vincularnos, para así unidos abrir el mundo y poder avanzar como un solo cuerpo que transforma la realidad con la potencia de su abrazo.
Aliarse en La marcha... supone, en nuestra sociedad trivializada y postmoderna, el riesgo de mirar hacia abajo, más allá de las estanterías de chucherías y de la publicidad, mirar hacia la verdad última: la devastación del mundo al que se dedican no pocos mercenarios y mercaderes de afeites. Mientras, cada vez estamos más lejos de la Belleza, más y más lejos de un nosotros que es también un proyecto siempre aplazado de emancipación. Y cuanto más crecen la barbarie y el daño, más dificultad encontramos para reconocerla, decir NO al dominio y la explotación, y poner fin a la maquinaria suicida del capital.
Vivimos tiempos terribles, tapados con palabras de una naturalidad sospechosa. A quienes vemos al emperador pasear desnudo matando y aniquilando en defensa del capital nos llaman anticuados, locos, radicales o terroristas... Tal vez un día lo ensordecedor de la marcha, su ritmo de bala, la historia de los comunes, y el aullido del mundo, alcance los ojos y los oídos de quienes hoy se niegan a la complicidad de este abrazo, al abismo de esta lengua viva y saqueada del nosotros. Desde ella confesamos nuestro dolor y nuestra ira: con ella resistimos.
Porque justa es esta marcha hecha de hambre programada, intimidación cotidiana, liquidación moral y física, detención y muerte. Por más que disparen los sicarios contra ella, la marcha ya arrancó y va a dar a luz, desde su lengua saqueada, a un árbol nuevo. Que nadie llore los caídos, porque vienen con nosotros: su sueño antiguo es nuestro, con él deberemos un día defendernos del odio. La marcha ya arrancó; así que sólo falta que os unáis a su estremecimiento, que no agachéis la cabeza y cerréis vuestras puerta: de hacerlo, su lumbre chica se apagará en una luz imposible, una siembra estéril. Exponéos, uníos a esta marcha que avanza sobre la tierra cansada, los fusiles, los relojes, el frío del mundo que hemos de disipar con nuestro sueño vivo, con nuestras canciones de la altura de un hombre.
Esta marcha que dice agua, revolución y siega con palabras tiernas, que aúlla sobre sus muertos de luz y vértigo, es nuestra. En ella hemos aprendido el llanto lento de las madres locas, el grito de los torturados, la voz de los perdidos, la cotidiana derrota, la fábrica febril de las barricadas boreales, la piel de los que han venido desde lejos, la sal en la frente de los vencidos... y con todos ellos hemos de dar el primer paso para que el llanto acabe.
En la marcha está la visión del nosotros, radicalmente dominados, pero todavía no vencidos, todavía, sí, siendo también los otros, el mirar las cosas que ya se han definitivamente roto, el abrazo en el que somos y en el que es posible vernos florecer, la palabra que comparte la gente humilde que habla verdad y corazón, porque la marcha impone el ritmo al tiempo de los hermanos, da sabor caliente a la ternura, a las manos que decidieron avanzar repitiendo el no serviré, espantando el miedo, dejando sitio para que tú tengas tu lugar en esta marcha que no arrancará sin ti.
La marcha es el nombre de los aniquilados, de los devastados, de los marginados, de los hechos a golpe y hambre. La marcha es el nombre de los que ya vienen, de los que aún viven y protestan, de los que no se arrodillan, de los insurrectos, de los pacíficos que no hablan la lengua del Amo, de los que alzan las palabras desde lo dormido, de los que levantan la vida para la revuelta del mundo que perdimos un día y que ahora tendrá que venir.
Con Enrique la llamamos La marcha... pero su nombre bien pudiera ser también Humanidad esperada y Asamblea humana, una revuelta que comienza en primer lugar por cada uno de nosotros frente a sí mismo. Depende de ti, y de nosotros, que se desaten los pies del mundo, que la marcha arranque.
Antonio Orihuela
[Febrero de 2007]
Mas info: Enrique Falcón: “La marcha de 150.000.000″ (Ed. Eclipsados, 2008
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