MUESCAS
Llevaban al bosque a sus hijos recién nacidos
y allí los dejaban por una noche
a merced del hambre, de la intemperie,
la solitaria oscuridad, la cercanía de los lobos.
Negaban hacer mal con el rigor de esta ley.
Su intención era que se acostumbraran,
como ellos, pronto al duro sufrimiento,
la falta de misericordia, la distancia, el desamparo.
Pasada esta noche las madres los recogían.
Algunos entonces estaban muertos.
Las madres lloraban su triste suerte.
Los vivos habían criado piel de frío y ojos tristes.
Las madres regresaban del corazón del bosque
con sus amados hijos en los brazos
y les daban mimos y caricias
para borrar de su rostro inocente el espanto.
Yo también nací, como vosotros, esa noche
de oscuro frío y lobos en un bosque.
Yo también aprendí sus enseñanzas:
la culpa, la fiebre, las astillas en los ojos.
Yo también estuve en ese bosque y tuve miedo.
Yo también he deseado que nunca más suceda.
Yo tampoco he podido olvidarlo.
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