pintor y poeta, nace en Peñarroya-Pueblonuevo el 28 de agosto de 1950. A los 17 años marcha a Madrid donde reside desde entonces.
En poesía, la Editorial Incipit de Madrid publicó en 2007 el poemario El paso del tiempo y en 2008 ha concluído el poemario Deja que la muerte concluya su trabajo. En pintura, ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas
Obras
Poesía
Indudablemente hay mujeres dichosas,
pero hay muchas que sólo sobreviven
pisando uvas de sangre, las hay de pálida
mirada que lloran a solas sin hacer ruido,
las hay maltratadas, violadas, perseguidas,
humilladas, lapidadas, silenciadas,
suicidas, sometidas o las que ya
son sólo en las estadísticas un número frío.
A todas éstas
¿Que calaña de Justicia en una sociedad
deshumanizada las ampara?
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TU TERNURA PLANEA SOBRE LA CONVULSIÓN
A María Covalles
Te posee un corazón tallado en el diamante
de la fidelidad, unos ojos enlutados por la espera
mirando al mar, al amor que viaja desde lejos
para no llegar nunca a tu isla de Ítaca
En la intimidad, el placer solitario escupe lava
y mancha de ceniza tu vientre recostado
en los sueños, fiel bajo la prodigiosa torre de marfil,
tejiendo y destejiendo secretos en los pechos vírgenes
de las mareas, guardando las palabras como un tesoro
al abrigo de hipócritas deseos, de todos
los cuchillos sangrientos del machismo que ansiaron
sólo atravesar tu cuerpo
de la fidelidad, unos ojos enlutados por la espera
mirando al mar, al amor que viaja desde lejos
para no llegar nunca a tu isla de Ítaca
En la intimidad, el placer solitario escupe lava
y mancha de ceniza tu vientre recostado
en los sueños, fiel bajo la prodigiosa torre de marfil,
tejiendo y destejiendo secretos en los pechos vírgenes
de las mareas, guardando las palabras como un tesoro
al abrigo de hipócritas deseos, de todos
los cuchillos sangrientos del machismo que ansiaron
sólo atravesar tu cuerpo
Testifico tu ternura que planea vencedora sobre
convulsas y aún cercanas fiebres, Penélope que grita
mientras siente las caricias del viento en las entrañas
despreciando el llanto helado, el sollozo del designio,
para asaltar sin miedos ni silencios la libertad
convulsas y aún cercanas fiebres, Penélope que grita
mientras siente las caricias del viento en las entrañas
despreciando el llanto helado, el sollozo del designio,
para asaltar sin miedos ni silencios la libertad
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