La Fura –o una de sus franquicias—nos presenta un provocador espectáculo en su estilo donde pretenden hacer reflexionar sobre el terrorismo como concepto universal, para ello sitúan al público en el centro y no como meros espectadores, quieren que se sientan desprotegidos y asustados, que no sea una mera recreación de un/unos hechos históricos.
Hay un doble juego pues alterna la irrupción de actores-terroristas en la sala con la puesta en escena de la obra de Pushkin del mismo nombre (un clásico que refleja la vida del zar ruso del siglo XVI), así pues los textos son de Alexander Pushkin, de Vladimir Putin y del movimiento separatista chechenio.
La obra está inspirada en el secuestro del teatro Dubrovka de Moscú en 2.002, cuando un grupo de terroristas chechenos, que exigían la salida de las tropas rusas de su país, retuvieron durante dos días y medio a 900 personas en el teatro. Su mensaje a Putin fue preciso: "Sal de Chechenia o los matamos a todos".
Recordamos aquel trágico episodio: Putin prefirió entrar en el teatro tras tres días de angustia y liquidar en nombre de Rusia a los chechenos, no importa cuántas víctimas colaterales quedaran por el camino. O claro que importan: 130, sin contar a los 41 asaltantes terroristas, también muertos.
La tipología de terroristas posibles: el líder mesiánico, el lugarteniente psicópata, la enferma de venganza, la inconsciente bienintencionada queda claramente manifiesta así como la presencia conmovedora e impotente de la mediadora.
En esencia volviendo al alambique se trata del viejo dilema entre medios, finalidades y justificaciones.
El personaje de 'La Doctora', está inspirado en la periodista asesinada Anna Politkovskaya (que negoció con los terroristas en la crisis del Dubrovka).
"Es que para salvar al mundo no podéis destruir el mundo",le argumenta la Doctora a Óscar, el jefe de los terroristas en un momento de la obra.
"La guerra ya no es la continuación de la política con otros medios; la política es la continuación de la guerra con otros miedos", replica Óscar.
Se trata, en definitiva, del viejo dilema del fin, de los medios y de las justificaciones que tan bien reflejaba las obras de Pushkin.
Tanto a los terroristas como a Putin les importaron dos cominos los medios para conseguir sus fines...
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