31/12/13

Chantal Maillard. Escribir

Se acaba este año nefasto y como tributo a los que "escribimos" y por que, para que, para quien/es....por si sirve copio el poema completo de Chantal, publicado en el libro "Matar a Platon" del 2004.
Chantal en Valencia, 12 febrero 2010


Escribir 
(Chantal Maillard)

escribir

para curar
en la carne abierta
en el dolor de todos
en esa muerte que mana
en mí y es la de todos

escribir

para ahuyentar la angustia que describe
sus círculos de cóndor
sobre la presa

aunque en el alma no

en el alma
la estimación del tiempo que concluye
y es arriba
algo más que un silencio
con ojos semiabiertos

escribir

como condescendencia y como rebeldía
sin elección
sin pausa
porque se va la luz, las fuerzas
se le acaban
y el ser se va de vuelo
en las garras de un ave
carroñera

escribir

para decir el grito
para arrancarlo
para convertirlo
para transformarlo
para desmenuzarlo
para eliminarlo
escribir el dolor
para proyectarlo
para actuar sobre él con la palabra

escribir

para descansar
(escribir que el sol, en invierno, es hermoso)

por no llorar tan dentro
tan a escondidas

escribir

hacia la extenuación
para que se derrame el dolor contenido
desde el inicio del mundo

escribir
para rebelarse
sin provecho

a pesar de la derrota ya prevista

porque no hay rebeldía que no esté justificada
ni violencia que no sea, en el fondo,
inocente,
               escribir

con derecho al llanto

escribir para curar
escribir para guarecerse
escribir como si cerrase los ojos
para no cerrarlos
para mover la mano y seguir su curso
para sentirse viva
AÚN
para aplazar la angustia
como simulación
para guiar la mente y que no se desboque
para controlar lo controlable

escribir

como quien deja la luz encendida
y duerme de pie sobre sí mismo
para saldar las cuentas con el miedo

escribir
para reorganizar

escribir
sin hacer concesiones

escribir
como quien des-espera
para cauterizar
para tomarle las medidas al miedo
para conjurar
para morder de nuevo el anzuelo de la vida
para no claudicar

escribir
para apuntar al blanco

escribir
con palabras pequeñas
palabras cotidianas
palabras muy concretas
palabrasojo
palabras animales
palabrasbocadegato
ásperas por dentro y por fuera
suaves como “tal vez”
palabraslatigazo
como “demasiado” y “tarde”

escribir
para no mentir
para dejar de mentir
con palabras abstractas
para poder decir tan sólo lo que cuenta

decir que a las once
de la noche de hoy
mientras la luz calienta
el lado izquierdo de mi almohada
y la sábana verde se desdobla
en el espejo del armario
estoy en mí
en el lugar en que acostumbro
a encontrarme
en este aquí hecho de extraña
duración en lo mismo
repitiéndome
la carne dolorida
los huesos lastimados
los nervios, la piel
tirante, amoratada
el pelo encanecido
el grito sólo postergado
y hoy a las once
de la noche de hoy
mientras la luz calienta
el lado izquierdo de mi almohada

muere un niño
o dos o no sé cuántos
mueren y una anciana dice
sus últimas palabras
o no las dice y muere
y es otra la que habla
pero no habla, dice
apenas dice y muere
sin decir
apenas
nada
y algo se me atraganta
tal vez un alarido
largo como las once horas de esta noche
o tal vez la conciencia
que duerme encendida
como una lumbre la conciencia
de todos los que mueren
como una fogata
un espantoso incendio
que prende en las ventanas
de la ciudad y en el mar no se apaga
una conciencia absurda
una antorchahorizonte
la conciencia de todos los que saben
que se están acabando
en sus huesos de antorcha
hoy, mañana, siempre

escribir
todas las muertes son mi muerte
mi grito es el de todos
y no hay consentimiento
escribir

¿para consentir?
¡escribir para rebelarse!
no hay lugar para plegarias
no hay lugar para el sosiego
el ajuste de las almas
se hace en rebeldía

Estamos solas
y nos pertenecemos.
En nosotras está el poder
Somos un pueblo de almas
en rebeldía
¡Despertad!
Lo que escribo aquí
se traza en el aire
el dolor es la senda
el dolor es el medio
por el dolor la fuerza
que combate el dolor
y lo transforma
por el dolor deshago
mi dolor en lo ajeno
y el ajeno en el mío

escribir

para des-esperar
por todos los que están
por todos
los que fueron
los desaparecidos
escribir para cuidar
sus des
apariciones
para alimentarlas
para que no se enturbien
no tan pronto
no tan siempre
pronto

escribir

para desestructurar
para vencer
las estructuras
para contra
decir
lo dicho
para demoler

escribir

para desestimar
para aprender la delgadez del trazo
su vacío
habituarse a él
a su insignificancia

escribir
para insignificar

escribir

inútilmente
para ejercer lo inútil
para abrazar lo inútil
para hacer de la inutilidad un manantial

escritura como sortilegio

--- Volé esta madrugada
más alto que ninguna otra vez

Cada noche, en la duración de un grito
viene una sombra nueva

Cada noche, en la duración de un grito,
un alma acude a mí.
La acojo.
En el grito.
Ella no dura. Sólo se abre.
Y hay que entrar. Suavizar.
No hay que recordar.
Tan sólo entrar.
Respirando. ---

escribir luego
para reforzar
los frágiles puentes
los conductos sutiles
con temor
de que se borren
en el espacio leve
entre lo presentido y lo sentido

Escribir
para desescribir
para desdecir
para reorganizar
las consciencias y
que cada una cumpla
su ceguera
El espacio de las almas
ha de guardarse oculto
En la palabra está el engaño

escribir pues
para confundir
para emborronar
y, luego, volver a escribir
en el orden que conviene
el mundo que hemos aprendido

escribir

como quien cuenta los pasos que da
por no oír el silencio
como quien cuenta pasos  – uno, dos --
y se salta el tercero -- cuatro, cinco --
para ver si se ha ido
para comprobar
pero no: sigue estando
y ya no dejará de andar
para contar los pasos
hasta caer exhausto
en el silencio enorme que se ensancha
entre sus piernas como un charco
de sangre

escribir

porque el héroe se hace con el miedo
sobre todo su miedo
a partir de su miedo
se hace héroe el héroe
ahuecando el miedo
y llenándolo de acción
para entumecerlo
haciendo tiempo en lo hermoso
haciendo tiempo en lo vivo

yo no soy ningún héroe
yo sólo escribo
para colmar la distancia
entre mi miedo y yo

escribir
“Se pone un abrigo de cuero.”
escribir
“Un hombre joven se levanta del asiento.
Se pone un abrigo de cuero.
Lleva gafas oscuras.
Se vuelve.
Su espalda es ancha.
Se dirige a la puerta.
No sé qué hará mañana.
No le conozco.
Ha cruzado la vía.
El cristal me devuelve mis ojos
y esa tristeza que se mide en mis labios.
El hombre joven tal vez camina hacia una casa.
Tal vez sea su casa.”

escribir
“En mi rostro el paisaje
- atravesándolo -
el paisaje.”

escribir
“Tiene las uñas recortadas.”
escribir
“Se desprende, muy lenta, de una frase,
la desliza en el cuaderno y espera.
Tiene las uñas recortadas
y una blusa de encaje.
Lleva una bolsa de color violeta
en las rodillas.
Cuando respira hace juego
con los versos de Sylvia Plath.
Hay un desfiladero en su mirada
y no termina de cruzarlo.”

escribir
para confundir las palabras
y que las cosas aparezcan

(Campos de limoneros cargados con sus frutos. Y cañizales
separando sembrados. Y vinagreras cubriendo de oro las taludes… )

que las cosas presionen
que un mundo se abra paso
(Es invierno, y ya crecen el trigo y la alfalfa. Aún hay campos entre ciudades y hermosos pueblos y una anciana se sienta
en un portal con un rayo de sol en su regazo.
La tierra arada humea bajo el sol y los olivos jóvenes tensan sus cuerpos retorcidos hacia el cielo. Creciendo. Crecer es
ascender.
Crecer es ensancharse.
Crecer es romper límites.
Crecer es invadir… )

que estallen los cristales de mis manos
que abran ojos en las letras

(Hileras de olivos.
Sus sombras paralelas… )

escribir
para rastrear

escribir

para perdonar
para ser perdonado

¿Dónde hallaré al sacerdote,
al mediador, aquel que tenga
conocimiento de los límites
y el poder de traspasarlos?
¿dónde hallaré a aquel
capaz de arder sin consumirse
y, entre los muertos y los vivos,
ecualizar
transformar, ¡bendecir!?

escribir

para hallar la paz
después de haber hablado
con los muertos

escribir

para sellar la paz
para conciliar
en mí
para perdonar en mí

escribir

la culpa misma que golpea y se licúa
en el pecho
y surte y es agua que mana
con fuerza y que nos une
agua que forma
remolino de amor irradiando

todas las culpas son
el mismo sufrimiento
el de existir queriendo
queriendo serlo todo
queriéndolo todo
y todo está en mis manos
en esta encrucijada donde permanecemos
el tiempo suficiente
para sufrirlo todo

en mi interior barrunto el gran estruendo:
todo el dolor del mundo me pesa entre los muslos

abrid los ojos: ¡ved!
es tan terrible vivir
¡quien sobrevive saluda!
morituri somos todos

toda la historia de tu estirpe
está presente y te reclama
como crisol
eres
la mediadora
operas
en ti misma el milagro
de la conciliación

y de repente soportas
el peso del mundo y su dolor
lo bebes todo entero.
Agradecida.

escribir

porque crujen las rodillas
y hay como un sueño
esperando ser soñado
justo detrás del dolor.

- Hoy observé las gaviotas.

He de volar muy alto esta noche.
He de volar sin lastre.
Hasta que amanezca.-

escribir
“otoño”
para recordar cómo
uníamos castañas con palillos de dientes
y surgían princesas y perros y dragones
y mi madre era hermosa
y ¿quién sabe? tal vez
fue feliz, también ella,
ese día.

escribir

para arquear el espinazo de las letras
a imagen del dolor
para trazar las líneas de la vida
líneas que se encogen
líneas retráctiles
como nervios apresados en la carne
como venas quebradizas
venenos infiltrados
en las arterias, líneas
que merodean en torno al corazón
calado por la angustia
y el cansancio
líneas como cables tendidos
entre una vida y otra menos vida
líneas ultracortas
líneas entrecortadas
líneas respiradero
líneas túnel
para desembocar
en el horizonte
recuperar allí
las fuerzas del principio pero
líneas quebradas
presionadas
oprimidas, líneas
de vuelta atrás
combadas sobre el tiempo
que queda
el tiempo que nos queda
termitero o volcán
vaciado por los seres (los insectos, la lava)
que operan desde dentro

líneas
de retroceso
¡si fuesen sólo al sueño!
pero no: más abajo.

escribir
como quien muerde un rayo
con los brazos en cruz

escribir
que sus pulmones se cerraron
como las alas de una
mariposa.
Dejó un rastro de polvo azul
en los dedos de quienes fueron
a tocarla

escribir
como aquel que se fuga de un hospital y arrastra tras de sí
las sondas, el goteo, la máscara de oxígeno y corre
sobre agujas envenedadas

¡Despertad!
¡nadie podrá evitarlo!
sólo es cuestión de tiempo
contad los gritos que dais
en el fondo del agua
¡Contad los gritos!

cada cual con su dolor a solas
el mismo dolor de todos

--- Alguien disimula. Sonríe,
devuelvo la sonrisa. Sé
que para él ya oscureció.
También él lo sabe.
Pero se esfuerza. Todos
nos esforzamos.
Gritar es esforzarse.
Gritar es rebelarse.---

escribir
porque alguien olvidó gritar
y hay un espacio en blanco
ahora, que lo habita

escribir
porque es la forma más veloz
que tengo de moverme

escribir

¿y no hacer literatura?

¡y qué más da!

hay demasiado dolor
en el pozo de este cuerpo
para que me resulte importante
una cuestión de este tipo.
                                       Escribo

para que el agua envenenada
pueda beberse.

Chantal Maillard


Escribir  (en Matar a Platón. 2004, ed Tusquets)

30/12/13

JOP



Sobre JOP
La música de JOP es una música improvisada, sin ninguna estructura previa. Es una música que se organiza en base a la escucha atenta de lo que el otro hace. Escuchar atentamente exige estar situado de lleno en el instante presente, dejando a un lado cualquier apunte de finalidad o cualquier evocación o recuerdo. Escuchar atentamente contiene la capacidad de escucha de la propia pulsión interna. Pero para improvisar no basta sólo con saber escuchar. Hay que construir en el instante, en base a la escucha del otro, tu propia grafía o tu propia estructura, con capacidad para articularse con la forma propuesta por el otro, sin taparla ni ahogarla en ningún momento. Kandinsky decía que la improvisación se relacionaba con la interioridad y con la espontaneidad. Tanto una como otra son aquí precisas. La primera facilita el hallazgo, mientras que la segunda provee construcciones rebosantes de sorpresa y de asombro.
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Bartolomé Ferrando (voice)
-Truna (cello & magical suitcase) 
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29/12/13

Stanislaw Lem y Gonzalo Suarez, conversación de 1996

LA TABERNA de CRACOVIA ¡Caramba!
13 julio 1996
El escritor y director de cine Gonzalo Suarez mantuvo una charla con el escritor polaco Stanislaw Lem, uno de los grandes maestros de la ciencia ficción que trasciende el género por su originalidad, su reflexión ética y su habilidad para la intriga, la conversación se realizo a través de un ordenador.

“El animal humano es un proyecto más de la naturaleza en un contexto cósmico” 
                                                        S.Lem

Una insidiosa sordera le mantenía aislado. Su es­posa puso como condi­ción hablar en ruso o en alemán. La mediación de un intérprete fue desestimada. Por fin, el profesor Lem accedió a conceder la entrevista a través de un ordenador instalado en una taberna pirata de Cracovia que sólo abre al amanecer para quienes se desayunan con vodka y humo al son de un ronco clarinete. En un principio, resultó exasperante establecer la conexión. De pronto, las palabras irrumpieron en la pantalla. Para empezar, formulé una pregunta prosopopéyica. Paso a connotar el resultado.
Pregunta. La realidad es un bosque muy variado. Fracasa quien pretende describirla. Uno puede ser árbol o matojo, pája­ro, tigre o lagartija, piedra, li­quen, mosca, nube o bacteria, aire, agua, viento o fuego, sima o cima, caverna o abismo, enre­dadera. ¿Desaparece la mon­taña cuando miramos al mar?
Respuesta. Solemos ser obtusos cuando hablamos a la ligera de la realidad. Nuestra única realidad, en este momento, es el lenguaje. Aténgase a ello.
P. Perdone. No pretendía ha­blar de realidad sino de perspecti­va.
R. La perspectiva es tan cam­biante como la realidad. Le re­cuerdo que esto es sólo, una en­trevista, un deleznable género li- _ terario que goza de absoluta impunidad. Diga lo que quiera, pero no suscite mi complicidad.
P. De acuerdo. La ausencia de pensa­miento en los dispositivos parlantes, eso que usted llama “quitar el antifaz”, nos revela el comportamiento de la mente humana, don­de el yo pensante es una hipótesis o suposi­ción del propio engranaje mental, ¿quién dicta las palabras que estoy pronunciando, señor Lem?      
R. Lem son sólo las siglas de un módulo de exploración provisto de un diminuto cerebro electrónico incapaz de responder a preguntas de índole ontològica.
P. Sin embargo, ese módulo llama­do Lem ha escrito treinta y tantos li­bros y ha emitido afirmaciones tan sin­gulares como la de que todo lo creado en el siglo XX no vale nada.
R. Eso es evidente. El siglo XX ha sido sólo un intento de puesta a punto de es­trategias tecnológicas cuya validez intrínseca es nula.
P. Supongo que se trata de una boutade, no se puede negar la evolución, por artificial y ca­tastrófica que resulte, de todo un siglo de ex­traordinarios descubrimientos.
R. Si echa jabón en una palangana llena de agua y la agita, brotarán burbujas, pero las burbujas son efímeras y su contenido es nada.
P. ¡Qué fracaso!
R. Ni éxito ni fracaso, trampa.
P. Si se trata de trampa y la llamada evo­lución es sólo huida hacia adelante que pro­duce transformaciones triviales, ¿no estamos abocados a la catástrofe?
R. Sí.
P. ¿Qué esperanza podemos tener?
R. Cada cual es libre de elegir su opción más esperanzadora. 
P. Pero, ¿es posible la esperanza?
R. La esperanza, sí.
P. Me refiero a una esperanza que corres­ponda a nuestras apetencias humanas.
R. La esperanza no es más que una apeten­cia humana. Una veleidad psicológica que de no estar acorde con el código en funciones conlleva desesperación. Es posible, pero superflua.
P. ¿Engañosa?
R. No engañosa, superflua. Quizá encubri­dora. Pero no impartamos más opiniones. Re­sultaría más interesante tratar de averiguar las fronteras que nuestro diálogo establece limi­tando la imaginación o reconvirtiéndola en aderezo residual.
P. ¿Algo así como lo de la flecha de Lucre­cio, lanzada desde los límites del universo para demostrar que el universo no tiene límites?
R. Esa es una estúpida especulación. Noso­tros sólo podemos comprobar los límites de nuestros circuitos mentales, explorar los códi­gos diferentes del pensamiento ininterrumpido y agotarnos en el empeño sin llegar jamás a conclusiones porque sólo somos receptores de ruido que nos obstinamos en organizar, con­fundiendo el orden con el sentido.
P.¿Y qué sentido tiene eso?
R.Ninguno, por supuesto. No tiene sentido, pero funciona. Sin exceder jamás el tejemaneje del lenguaje, hasta que el lenguaje se modifica por desgaste y sobrevie­ne un estado ensimismado que nos hace atisbar la existencia del silencio como liberación. Esa fi­sura ahistórica produce inmedia­to pánico y reanudamos la noria del discurso en curso, reiterándo­nos en círculos viciosos, y todos los círculos lo son, hasta la muer­te y destrucción del cerebro.
P. ¡Caramba!
R. Bonita palabra, ¿qué signi­fica?
P. No significa, denota.
R. Estupor, supongo.
P. Asombro.
R. Imaginemos que fuera la pa­labra primigenia, la que primero pronunció el hombre primitivo al producirse el primer destello de consciencia y vislumbrar la reali­dad, ¡caramba!
P. Cabria plantearse incluso si pronunció la palabra porque des­cubrió la realidad o descubrió la realidad porque pronunció la pa­labra. “Caramba” equivaldría al “ábrete sésamo” de la conciencia.
R. Si fue antes o después no cambia nada. Ahí radica la irri­sión de nuestras elucubraciones. La causalidad o casualidad es irrelevante desde el momento en que el tiempo es reversible pero irreparable. Aunque nuestra per­cepción alterara lo real y realmen­te desapareciera la montaña cuando miramos al mar, no solu­cionaríamos el problema porque un tornillo apretado en sueños ño resuelve una situación que existe cuando uno está despierto.
P. Eso me recuerda lo de “si tuerces a la iz­quierda, perderás la cabeza. Si tuerces a la de­recha, morirás. Y no hay camino de retorno”.
R. Exactamente.
P. También lo de “salvaréis al hombre re­chazando todo lo humano”.
R. Efectivamente. Pero no cometamos la puerilidad de atribuir al dudoso concepto de “lo humano” cualidades específicas que lo conviertan necesariamente en una alternativa menos desastrosa. Tenemos razones para pen­sar todo lo contrario. El animal humano, más allá de sus buenas o malas intenciones, biológica o psicológicamente, con al­ma o sin ella, calzado o descalzo, es un proyecto más de la naturaleza en un contexto cósmico, dudosamente ama­ble, aparentemente hostil, probable­mente indiferente, y del que, en cualquier ca­so, es imposible emanciparse porque no cono­cemos ni conoceremos el universo, por mu­chos siglos que consigamos sobrevivir y por mucha tecnología que obtengamos o nos sea dada. Es bastante tonto hablar de lo humano porque el hombre vive fuera de casa.
P. Pero estamos aquí.
R. Sí. En una pantalla de ordenador, en un espacio imaginario donde las palabras confluyen, en una taberna inexistente de la ciudad de Cracovia, fuera hace frío, el suelo está helado, y de repente todo esto se habrá esfumado, mientras un lector perplejo des­cubre nuestra conversación fosilizada en la página de un periódico y su mirada aliviada se topará, por fin, con el punto final, y ex­clamará “¡Caramba!”.

28/12/13

Miguel Morata. Librería Primado

Mensaje de año viejo, adiós 2013

Languidece como un mal sueño este 2013, en lo general de nefasto recuerdo, no te voy a actualizar la lista de pérdidas arrebatadas por este gobierno de asaltadores de caminos, canallas que recuperan de entre los escombros el hisopo y el cilicio proclamando la intolerancia y el neo-franquismo, expoliando bienes y conciencias ajenas para entregarlas al poder como prueba de su ignominia; mala gente que me recuerda las palabras del bueno de don Antonio Machado en 1926: 
Solo España, el país más estúpido del planeta, puede cerrar los ojos y dejarse llevar al derrumbadero por gente tan menguada. ¡Qué desolación!  .
  -No acabaré el año con notas tristes, prefiero aferrarme a los momentos bellos que alentaron la forja de esta incomparable ilusión, te agradezco tu amistad, no solo porque eres cliente/a, sobretodo porque eres amigo/a, contribuyendo en mayor o menor medida al proyecto de Primado, te deseo para 2014 salud e ilusión en la rebeldía, para también desde la actividad cultural sacudirnos esta caspa de cuartel y sacristía.

Miguel Morata. Librería Primado

23/12/13

Poesía vertical de Roberto Juarroz

Roberto Juarroz nació en Coronel Dorrego, Provincia de Buenos Aires, el 5 de Octubre de 1925. Estudió bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires donde obtuvo una beca para estudios de perfeccionamiento en La Sorbonne. Fue director del Departamento de Bibliotecología y Documentación de la mencionada facultad en la cual ejerció la docencia durante treinta años. Asimismo trabajó para la UNESCO y la OEA en diversos países. De 1958 a 1965 dirigió la revista Poesía = Poesía y colaboró en numerosas publicaciones argentinas y extranjeras. Fue crítico bibliográfico del diario La Gaceta (Tucumán, 1958-63), crítico cinematográfico de la revista Esto es (Buenos Aires, 1956-58) y traductor de varios libros.
Miembro de número de la Academia Argentina de Letras recibió, entre otras distinciones, el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (1984), el Prix Jean Malrieu (Marsella, 1992) y el Prix de la Biennale Internationale de Poesie (Lieja, Bélgica, 1992). Duodécima poesía vertical se publicó paralelamente a la aparición de su versión integral en lengua francesa, al homenaje brindado a su autor en los "Rencontres des Ecritures Croisées" (Aix-en-Provence, Francia, enero de 1991) y a la lectura de sus poemas en París (Centre Georges Pompidou), Lyon (Villa Gillet) y Madrid (Residencia de Estudiantes), en febrero de 1991.
La singularidad de su obra ha trascendido las fronteras idiomáticas, a través de su traducción y difusión a mas de veinte lenguas (inglés, francés, alemán, italiano, portugués, holandés, rumano, israelí, árabe, hindi, tamil, polinesio, etc.). Murió en Temperley, provincia de Buenos Aires, el 31 de Marzo de 1995.

23 – IX
No hay tiempo.
Ya no hay tiempo.
Pero, ¿alguna vez hubo tiempo?
La ilusión de la vida por delante,
se conjuga con el verbo
de la vida por detrás.
Y todo transcurrir no es más que un punto,
quizá un punto extensible
o el revés de ese punto,
porque el tiempo es puntual.
Un punto que a veces se desliza levemente,
como una gota de asombro de la luz
o un inesperado corpúsculo de sombra,
tan sólo para justificar algo parecido a un nivel
en el barómetro casi fijo
que mide la presión imposible de la vida.
O tal vez simplemente
la presión diagonal de lo imposible.

15 - XII
Buscar una cosa
es siempre encontrar otra.
Así, para hallar algo,
hay que buscar lo que no es.
Buscar al pájaro para encontrar a la rosa,
buscar el amor para hallar el exilio,
buscar la nada para descubrir un hombre,
ir hacia atrás para ir hacia delante.
La clave del camino,
más que en sus bifurcaciones,
su sospechoso comienzo
o su dudoso final,
está en el cáustico humor
de su doble sentido.
Siempre se llega,
pero a otra parte.
Todo pasa.
Pero a la inversa.

17 - III
Detener la palabra
un segundo antes del labio,
un segundo antes de la voracidad compartida,
un segundo antes del corazón del otro,
para que haya por lo menos un pájaro
que pueda prescindir de todo nido.
El destino es de aire.
Las brújulas señalan uno solo de sus hilos,
pero la ausencia necesita otros
para que las cosas sean
su destino de aire.
La palabra es el único pájaro
que puede ser igual a su ausencia.

17 -I
Hay que caer y no se puede elegir dónde.
Pero hay cierta forma del viento en los cabellos,
cierta pausa del golpe,
cierta esquina del brazo
que podemos torcer mientras caemos.
Es tan sólo el extremo de un signo,
la punta sin pensar de un pensamiento.
Pero basta para evitar el fondo avaro de unas manos
y la miseria azul de un Dios desierto.
Se trata de doblar algo más que una coma
en un texto que no podemos corregir.

11 – V
El ojo traza en el techo blanco
una pequeña raya negra.
El techo asume la ilusión del ojo
y se vuelve negro.
La raya se borra entonces
y el ojo se cierra.
Así nace la soledad.

8 - X
Pensar es una incomprensible insistencia,
algo así como alargar el perfume de la rosa
o perforar agujeros de luz
en un costado de tiniebla.
Y es también trasbordar algo
en insensata maniobra
desde un barco inconmoviblemente hundido
a una navegación sin barco.
Pensar es insistir
en una soledad sin retorno.

2 - III
El otro que lleva mi nombre
ha comenzado a desconocerme.
Se despierta donde yo me duermo,
me duplica la persuasión de estar ausente,
ocupa mi lugar como si el otro fuera yo,
me copia en las vidrieras que no amo,
me agudiza las cuencas desistidas,
descoloca los signos que nos unen
y visita sin mí las otras versiones de la noche.
Imitando su ejemplo,
ahora empiezo yo a desconocerme.
Tal vez no exista otra manera
de comenzar a conocernos.

4 - III
Si uno no es igual a su despertar,
si el despertar lo excede
o es menor que uno,
¿quién ocupa la diferencia?
Y si uno no es igual tampoco a su dormir,
¿adónde se queda su costado despierto
o qué otra cosa se duerme con uno?
El signo igual parece a veces
la duplicación ensimismada
del menos.

9 -I
Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que sólo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.
Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.
Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.

16 -II
El centro no es un punto.
Si lo fuera, resultaría fácil acertarlo.
No es ni siquiera la reducción de un punto a su infinito.
El centro es una ausencia,
de punto, de infinito y aun de ausencia
y sólo se acierta con ausencia.
Mírame después que te hayas ido,
aunque yo esté recién cuando me vaya.
Ahora el centro me ha enseñado a no estar,
pero más tarde el centro estará aquí.

73 - II
Lo enterraremos todo,
los brazos, el movimiento y la pala,
la pasión de los viernes,
la bandera de andar solos,
la pobreza, esa deuda,
la riqueza, esa otra.
Lo enterraremos hasta con sabiduría,
cortando sabiamente los terrones,
o cortándolos sin darnos cuenta, sabiamente.
Un resto de mirada
quedará flotando como un pincel absurdo
sobre la tregua doblemente fiel de todo ausente.
Y menos mal que no habrá nadie
para escarbar luego bien hondo
y descubrir que no hay nada enterrado.

48 - III
Un caos lúcido,
un caos de ventanas abiertas.
Una confusión de vértigos claros
donde la incandescencia se construye
con el movimiento total de la ruptura.
Viajar por las líneas
que se quiebran a cada instante
y rodar como un émbolo sin guía
hacia los núcleos aleatorios
de las cancelaciones primigenias.
Tocar las vértebras sin eje,
los círculos sin centro,
las particiones sin unidad,
los choques sin contacto,
las caídas sin escuadra,
los pensamientos sin quien piense,
los hombres sin más rostro que su dolor.
Y recoger allí la ley de lo casual,
la norma de lo imposible:
cada forma es un borde cortante del caos,
un ángulo perplejo de sus ojos abiertos,
los únicos abiertos.
Porque el caos es la tregua de la nada,
la lucidez sin compromiso,
la intersección aguda
de un espacio sin interés por los objetos
y de un tiempo pensante.

38 - V
Menos que el circo ajado de tus sueños
y que el signo ya roto entre tus manos.
Menos que el lomo absorto de tus libros
y que el libro escondido
de páginas en blanco.
Menos que los amores que tuviste
y que el tizne que alarga los amores.
Menos que el dios que alguna vez fue ausencia
y hoy ni siquiera es ausencia.
Menos que el cielo que no tiene estrellas,
menos que el canto que perdió la música,
menos que el ojo seco de los muertos,
menos que el humo que olvidó su aire.
Y ya en la zona del más puro menos
colocar todavía un signo menos
y empezar hacia atrás a unir de nuevo
la primera palabra,
a unir su forma de contacto oscuro,
su forma anterior a sus letras,
la vértebra inicial del verbo oblicuo
donde se funda el tiempo transparente
del firme aprendizaje de la nada.
Y tener buen cuidado
de no errar otra vez el camino
y aprender nuevamente
la farsa de ser algo.

7 - VI
¿Cómo amar lo imperfecto,
si escuchamos a través de las cosas
cómo nos llama lo perfecto?
¿Cómo alcanzar a seguir
en la caída o en el fracaso de las cosas
la huella de lo que no cae ni fracasa?
Quizá debemos aprender que lo imperfecto
es otra forma de la perfección:
la forma que la perfección asume
para poder ser amada.

19 - VI
Algunos de nuestros gritos
se detienen junto a nosotros
y nos miran fijamente
como si quisieran consolarnos de ellos mismos.
Algunas palabras que hemos dicho
regresan y se paran a nuestro lado
como si quisieran convencernos
de que llegaron a alguna otra parte.
Algunos de nuestros silencios
toman la forma de una mujer que nos abraza
como si quisieran secarnos
el sudor de las ternura solitarias.
Algunas de nuestras miradas
retornan para comprobarse en nosotros
o quizá para permitir que nos miremos desde enfrente
como si quisieran demostrarnos
que lo que nos ocurre
es una copia de lo que no nos ocurre.
Hay momentos y hasta quizá una edad de nuestra imagen
en que todo cuanto sale de ella
vuelve como un espejo a confirmarla
en la propia constancia de sus líneas.
Así se va integrando
nuestro pueblo más secreto.

13 - VIII
El centro del amor
no siempre coincide
con el centro de la vida.
Ambos centros
se buscan entonces
como dos animales atribulados.
Pero casi nunca se encuentran,
porque la clave de la coincidencia es otra:
nacer juntos.
Nacer juntos,
como debieran nacer y morir
todos los amantes.

26 – VI
La campana está llena de viento,
aunque no suene.
El pájaro está lleno de vuelo,
aunque esté quieto.
El cielo está lleno de nubes,
aunque esté solo.
La palabra está llena de voz,
aunque nadie la diga.
Toda cosa está hecha de fugas,
aunque no haya caminos.
Todas la cosas huyen
hacia su presencia.

14 - IX
También el infinito
Tiene un derecho y un revés.
Los dioses siempre están al derecho,
Aunque a veces se acuerden quizá del otro lado.
El hombre siempre está al revés
y no puede acordarse de otra parte.
Pero también el infinito
suele dar vueltas en el aire como una moneda,
que no sabemos quien arroja
con sus giros de sarcásticas guiñadas.
Y así cambian a veces los papeles,
pero no seguramente la memoria.
El hombre es el revés del infinito,
aunque el azar lo traslade un instante al otro lado.
(para Michel Camus y Claire Tiévant)

129 - IX
Somos el borrador de un texto
que nunca será pasado en limpio.
Con palabras tachadas,
repetidas,
mal escritas
y hasta con faltas de ortografía.
Con palabras que esperan,
como todas las palabras esperan,
pero aquí abandonadas,
doblemente abandonadas
entre márgenes prolijos y yertos.
Bastaría, sin embargo, que este tosco borrador
fuera leído una sola vez en voz alta,
para que ya no esperásemos más
ningún texto definitivo.

1 – XI (parte II)
No tenemos un lenguaje para los finales,
para la caída del amor,
para los concentrados laberintos de la agonía,
para el amordazado escándalo
de los hundimientos irrevocables.
¿Cómo decirle a quien nos abandona
o a quien abandonamos
que agregar otra ausencia a la ausencia
es ahogar todos los nombres
y levantar un muro
alrededor de cada imagen?
¿Cómo hacer señas a quien muere,
cuando todos los gestos se han secado,
las distancias se confunden en un caos imprevisto,
las proximidades se derrumban como pájaros enfermos
y el tallo del dolor
se quiebra como la lanzadera
de un telar descompuesto?
¿O cómo hablarse cada uno a sí mismo
cuando nada, cuando nadie ya habla,
cuando las estrellas y los rostros son secreciones neutras
de un mundo que ha perdido
su memoria de ser mundo?
Quizá un lenguaje para los finales
exija la total abolición de los otros lenguajes,
la imperturbable síntesis
de las tierras arrasadas.
O tal vez crear un habla de intersticios,
que reúna los mínimos espacios
entreverados entre el silencio y la palabra
y las ignotas partículas sin codicia
que sólo allí promulgan
la equivalencia última
del abandono y el encuentro
(para Jean Paul Neveu)

7 - IV
Toda nomenclatura es triste.
Huele a campos tapiados,
a cadenas de lúgubres adioses,
a pisadas que aplastan,
a papeles manchados,
a descarnadas corrosiones.
Aunque se enumeraran ángeles,
aunque se encolumnaran rosas,
aunque se indizaran amores.
Toda nomenclatura traba
la azul enredadera
cuyos brotes demuestran
que el silencio es un verbo.
Toda nomenclatura atrasa
el reloj sin cuadrante
del ritmo que es la vida.

76 - XIV
Vivir es estar en infracción.
A una ley o a otra.
No hay más alternativas:
no infringir nada es estar muerto.
La realidad es infracción.
La irrealidad también lo es.
Y entre ambas fluye un río de espejos
que no figuran en ningún mapa.
En ese río todas las leyes se disuelven,
todo infractor se vuelve otro espejo.

92 – XIV
Donde siempre hubo una espera
ya no hay nada:
mi perro me ha enseñado a morir.
Nunca escribí su nombre.
hoy tampoco lo escribo.
Él no podía decirlo
y lo borró con él.
La lámpara apagada
tiene una claridad
que redime el engaño
del azar de encenderse.
¿Adónde llega todo
si nada lo recibe?
Casi sin darme cuenta
he encendido una luz
sobre el foso cubierto
mientras un hueco nuevo
que apenas se nota
muerde algo más el sueño
de creer que vivimos.

6 - XII
Hay fragmentos de palabras
adentro de todas las cosas,
como restos de una antigua siembra.
Para poder hallarlos
es preciso recuperar el balbuceo
del comienzo o el fin.
Y desde el olvido de los nombres
aprender otra vez a deletrear las palabras,
pero desde atrás de las letras.
Quizá descubramos entonces
que no es necesario completar esos fragmentos,
porque cada uno es una palabra entera,
una palabra de un lenguaje olvidado.
Y hasta es posible que encontremos en cada cosa
un texto completo,
un reservado y protegido texto
que no es preciso leer para entender.

113 - XIV
Las respuestas se han acabado.
Quizá nunca existieron
y sólo eran espejos
enfrentados al vacío.
Pero ahora también las preguntas se han acabado.
Los espejos se han roto,
hasta los que no reflejaban nada.
Y no hay modo de rehacerlos.
Sin embargo,
tal vez quede en alguna parte una pregunta.
El silencio es también una pregunta.
Resta un espejo que no puede romperse
porque no se enfrenta a nada,
porque está dentro de todo.
Hemos encontrado una pregunta.
¿Será el silencio también una respuesta?
Quizá a determinada altura
las preguntas y las respuestas son exactamente iguales.


 Roberto Juarroz: Los Extremos de la Palabra