26/4/09

Gustavo Vega. Poesía visual

Gustavo Vega, "Poema sobre partitura" 1982

Uno de los referentes hispanos de la poesía visual es Gustavo Vega_León 1948. En la revista digital Cuadernautas publicamos sus respuestas al cuestionario: "El estado de la poesía en el Estado", mientras tanto copio un fragmento del articulo escrito por la poeta Concha García.

Sin límites, sin palabras.

Gustavo Vega, Prólogo para un silencio.

(Versión castellana del artículo que fue publicado en catalán)

Diario AVUI. Barcelona. 17 de enero de 2002.


Uno de los nombres imprescindibles en el ámbito de la poesía visual es el de Gustavo Vega, leonés residente en Barcelona. Autor de exposiciones y de libros que, como Habitando transparencias (1982) o El placer de ser (1997), muestran su particular concepción del poema. Ahora presenta Prólogo para un silencio, publicado en una editorial que se atreve a editar una colección especializada en poesía visual, que por cierto dirige el propio Gustavo Vega.

La de Vega es una poesía sin fronteras que menosprecia la esterilidad de ciertas limitaciones. Se salta las tradicionales divisiones en compartimentos estancos del saber con su particular línea de creación tendente a ensamblar lenguajes de tipo distinto.

Este libro es un discurso unitario, un viaje del silencio al silencio, en el que sus primeros poemas son metáfora del momento que precedió a la gran explosión original. En un primer momento, encontramos referencias a la sonoridad del silencio, sonido sin contenido, un salto al vacío, materiales de la nada. Silencio elocuente, como elocuentes son los signos que lo expresan: “materiales de la nada”, el negro absoluto, los ceros, una sucesión de ceros... Hasta que de la gran explosión nace el mundo, el lenguaje, un abecedario que comienza con la letra A y que toma cuerpo con la palabra amor. La A es la primera letra del alfabeto y también de la palabra Amor. Precisamente la idea de amor vértebra este poemario en el que se entremezcla la reflexión filosófica con la creación plástica realizada con una amplia variedad de técnicas, tanto tradicionales -como la pintura o la serigrafía-, como nuevas tecnologías.

Y así se van deslizando los signos, manchas y letras, dibujos, metáforas, que van contorneando la distancia muchas veces insalvable que va del tú al yo, la confusión que nos encamina de nuevo hacia el silencio, hacia una gran O, metáfora del Todo o de la Nada, cuando la reflexión sobre el mundo como un cosmos de amor, de atracciones, se concentra en la letra O que, según como se mire, es un gran cero y tiene la forma de unos labios. Elocuencia de la O y laberinto también cuando la atención puesta sobre ella se transforma en OH para quedarse luego concentrada en la mudez de la H. Para el lector atento, la visión de este poemario le romperá un poco las estructuras de la escritura convencional.

Un hermoso texto al principio que puede recordarnos a su paisano, el poeta Antonio Gamoneda, nos ponen en la pista de los motivos de la práctica creativa. Es un texto lleno de lirismo, que poco a poco va adquiriendo un tono resquebrajado y bamboleante debido a la disposición gráfica del mismo, que nos evoca nuestra condición de seres mortales, limitados, con la pregunta: ¿Quién conoce el dolor de ser / DE LA FORMA PERFECTA / pensamiento? La reflexión filosófica y existencial se simultanean con la intertextualidad y el poema acaba atrapándonos en un chorreo final de reflexiones que por su brevedad son muy elocuentes.

Yo creo que Gustavo Vega disfruta saltándose los límites de la palabra y explorando las dimensiones del cuerpo de la escritura, al tiempo que ahonda en las posibilidades de la materialidad plástica, todo ello siempre con una intención poetizadora. Y lo más interesante es que nos hace sentir que existe la posibilidad de una interrelación total entre la palabra y la imagen, entre lo textual y lo gráfico. Recordemos en este punto que fue Apollinaire quien inventó el término caligrama, cruce de las palabras ideograma y caligrafía. Precisamente en este libro Vega nos acerca a las vanguardias, convive con ellas, las asume como propias, pero no se queda en ellas. Y sorprende porque en realidad estamos ante una recopilación de trabajos –poemas visuales y obras plásticas de gran tamaño- elaborados por el autor en torno al año 1980, unos un poco antes y otros un poco después.

Hay un aspecto que cabe destacar de los poemas visuales que el autor leonés presenta en esta obra y que le distinguen del hacer de otros poetas visuales, su plasticidad. Ésta afecta a la organización del texto en el espacio de la hoja, al juego de la tipografía, a la creación de figuras y también al color.

Rabano Mauro, el autor más importante de laberintos y otras formas difíciles del renacimiento carolingio, ya utilizó el color rojo para generar formas visuales en el interior de algunos textos y Apollinaire, ya en el siglo XX, tuvo la idea de realizar un libro de caligramas coloreados que no llegó a concluir. Pero Vega no sólo utiliza el color, sino los valores de la plasticidad como elementos de creación poética. Tal sucede por ejemplo en el poema Multitudes en ascenso, composición inspirada en las teorías místico-evolucionistas de Theillard de Chardin. Consiste éste en un amontonamiento de informes elementos plásticos y de la palabra TÚ que se repite y metamorfosea en la exclamación OH. Es una composición un tanto caligramática que, utilizando la propia terminología del autor, podemos calificar de caligrama pictográfico.

La poesía de Gustavo Vega se distingue radicalmente de la realizada por otros poetas visuales en los que los objetos funcionan solamente como elementos semánticos, y también de las creaciones de algunos pintores que introducen grafismos en sus obras plásticas, los cuales funcionan solamente como formas plásticas. En Vega la intencionalidad plástica y poética coinciden.

Algunos poemas visuales están realizados, además de con pintura, también con objetos tridimensionales. En el poema Escritura poética, uno de los más reproducidos, varios elementos objetuales -un lápiz, un piedra, una letra y un tornillo- se conjugan generando un microcosmos significativo con otras formas gráficas y pictóricas del espacio plano sobre la que se instalan. Son objetos que funcionan al mismo tiempo como elementos plásticos y como elementos semánticos.

Pero también hay una cuestión importante, y me remito a lo dicho por el poeta Eugenio de Nora con relación a otro libro de Vega, y es que la fundamentación del ser por la palabra -según expresión de Hölderlin y Heidegger-, o la revelación el ser de la existencia como algo vivido, no como una meditación abstracta, también cobra una gran importancia en este libro.


Concha García: Licen. Filología Hispánica, poeta, articulista

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