31/3/11

Las mujer-precipicio. Princesa Inca



Si la poesía no debe preocuparse por ser hermosa, ni agradable, ni por perseguir la certeza; si la poesía tiene que doler y acompañarnos en el insomnio; si tiene que nacer de cuadernos emborronados mientras uno camina ciudad arriba, ciudad abajo; si tiene que llevarnos hasta el borde mismo del precipicio, «paralizados ante la duda inexacta y rara de seguir existiendo»; si tiene, en fin, que poseer «la fuerza rabiosa de la vida», entonces este libro está lleno de auténtica poesía.

El No-Lugar

Estoy allí.
Este allí no tiene nombre,
no giro por delante de nada.
Estoy allí,
en el No-lugar,
en un pozo,
sin pies ni subidas,
sin alteraciones del sueño.
Estoy allí,
en el No-lugar,
la locura.

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