26/11/11

Capitalismo. Ana Pérez Cañamares


“Capitalismo”

El hombre seboso y trajeado se cuela en nuestra cama cada noche después de follarse al universo viene a susurrarnos nanas su obsesión por nosotros no descansa nunca en nuestros sueños nos persigue con su disfraz de perro, de vendedor, de cura de espiga de trigo, de pistola en el bolsillo su disfraz de muerte, su disfraz de vida

sé que tú le gustas con ojeras yo le pongo cachondo cuando estoy cansada me quiere flaca aunque me tienta con chucherías y a ti elegante aunque te duelan los huesos me empuja a emborracharme pero no por diversión sino para olvidar que mis horas de ocio se cierran siempre con balance negativo cuando estamos a punto de enfermar por agotamiento nos premia con unas vacaciones y nos tiende los billetes como el cazador lanza un hueso al galgo que ahorcará mañana

me instiga a desear cosas que no necesito aunque él nunca tiene para

mí un regalo dice que mis enemigos son aquellos que quieren lo mismo que yo porque no hay bastante nunca hay bastante para todos y nos cobra por lo que no es de nadie por el agua de lluvia por el sol y la arena por los claros del bosque y los manantiales

secuestra a mi amor durante 10 horas cada día y cada día me lo devuelve más viejo con sus brazos lascivos abraza a mi hija y yo grito ¡huye!

-he visto los primeros signos de rendición en su rostro inocente

-pero no sé mostrarle la puerta de salida y más que mi felicidad, lo que a él le preocupa es atisbar en mi cara un rastro de consuelo que me permita llegar hasta la próxima tregua cada día me pone café en los labios para que aguante, y luego una pastilla que me aplaque los nervios para que descanse y duerma mientras él sigue haciendo conmigo lo que le viene en gana (a veces se tumba sobre mí y yo con los ojos abiertos miro al techo, y si se da cuenta me dice que ya va siendo hora de pintarlo) envenena la comida con que me alimenta me prohíbe fumar mientras engorda mi ansiedad y me quita los chupetes que podrían consolarme provoca mi llanto y después me obliga a maquillar las señales de la tristeza si me pongo rebelde, ríe paternalista cuenta que él también pasó por esa época y mi rebeldía la rebaja a moda que luce en camisetas los sábados por la mañana cuando sale a comprar los cruasanes y el periódico él me da detalle de cada asesinato, de todas las guerras de las violaciones y los golpes de estado

pero tanta información me deja sorda y ya no escucho los crujidos ni los llantos en voz baja las señales del desmoronamiento y él calla que cada muerto, cada herido las mujeres violadas y los que sufren torturas todos recibieron su visita antes de convertirse en lo que son ahora se zafa de las culpas con promesas pero yo sé que una palabra suya bastará para condenarnos y si desaparece es para espiar a salvo y oculto en los bares, en los hoteles, en los baños, en las celdas tengo que darle las gracias porque ¡tú eres una mujer moderna!, grita animoso de las que habla inglés, trabaja en casa y en la oficina va al gimnasio y aparenta menos edad de la que dice el dni tienes nociones de pedagogía aunque apenas veas a tus hijos y además fuiste bendecida con una vocación para que puedas sentirte mejor que otras (y yo callo que yo no quiero ser artista si eso va a convertirme en diferente

porque ya me siento lo bastante sola y no quiero competir en más carreras) si muestro debilidad, susurra, todos querrán aprovecharse (como si él dejara algo para los otros) mejor será que despliegue arrogancia (con todos menos con él)

de todo me habla pero no de quién recogerá los restos del naufragio ni en qué lugar nos reuniremos los náufragos para organizarnos para hacer un fuego, compartir la comida y quitarnos el frío aunque antes hay que hacer acopio de fuerza para no abandonarse cada uno en su rincón

Un día, no sé cuándo, yo le voy a cobrar sus cadáveres, las humillaciones el secuestro de la inocencia el expolio de los sueños yo le voy a cobrar, no sé cuándo y la primera puñalada que le voy a meter va a ser por las caricias que no nos dimos por los polvos que no echamos tú y yo cada vez que se cuela en nuestra cama y nos dice que mañana, mañana, mañana mañana el despertador sonará a las 6.30 y veinte minutos más de sueño nos harán mejores soldados a su servicio

Te lo juro, mi amor. Una puñalada por cada polvo que nos robó y luego ya el resto, por los presos, por los indigentes por los que dejan atrás casa y familia por el dolor que no merecemos sufrir ni ver por los campos arrasados por los animales que se hacinan por los niños que trabajan por los ojos que se cierran por el cansancio y la muerte por el tiempo que no volverá por la vida que nos robaron por la vida mi amor por la vida.

Poema de Ana Pérez Cañamares

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