8/2/16

Titiriteros y libertad de expresión


Había una vez una ciudad (Madrid), había una alcaldesa bienintencionada, un enrarecido clima político, había unos titiriteros, había unos padres, unos niños, unos policías, un fiscal, un juez, una pancarta, conclusión los titiriteros a la cárcel por terroristas y todo por falta de dialogo, de cultura y no saber distinguir entre sátira y realidad.
¡Viva la Libertad de Expresión!


y me apropio de un articulo subido al Fb que viene al pelo cortesía de Ignacio Muñiz.....


“La plus grande manifestation de l'histoire récente de l'Espagne” Adolfo Suárez y el 22M


La Historia ha vuelto con sus  guiños.
La casualidad azarosa nos ha dejado esta semana una imagen para la Historia de lo más metafórica. Un día después de la “más grande manifestación de la historia reciente de España” (como titulaba el periódico francés, L´Humanité, ese mismo día) que podría interpretarse como el final (o el comienzo del final) de la Transición, fallecía el primer presidente de la Transición española después de una prolongada y dura enfermedad de alzheimer.  
La Transición española, que muchos hemos denominado Transacción, no dejó de ser un trato nacido de un tardo-franquismo que quería entrar en la comunidad económica europea (CEE), y modernizarse, sin perder del todo sus privilegios (instituciones, oligopolios, Iglesia) y sin abordar la verdad, la reparación y la justicia que las víctimas de la Dictadura tenían derecho a recibir según la legislación internacional.
Primero vino la Ley de Amnistía el 15 de octubre de 1977 cerrando ese camino (ley de punto y final) y, a cambio de iniciar un proceso de democracia parlamentaria y representativa, la izquierda que iba a sentarse en el Parlamento entonó alegre la canción de Jarcha “Libertad sin ira” confundiendo ira con justicia y pasando la página de la Historia sin que la sociedad la hubiera leído.
Diez días después se celebraron los famosos Pactos de la Moncloa donde, entre otras cuestiones, se forjó un modelo sindical que para muchos fue, en gran medida, un modelo sindical de Estado, controlado por él  (como habían sido los sindicatos verticales de Franco) donde se daba cabida a la libertad sindical pero estructurada a través de las elecciones sindicales (invento franquista), las subvenciones, el pacto y la desmovilización de los trabajadores. Se pretendía contener de este modo (y se consiguió) las pulsiones ciudadanas (que eran muy fuertes) y las organizaciones de base que propugnaban la democracia directa.
Tal vez, en aquel contexto, con tanto miedo e incertidumbre, no cabía otra cosa. Tal vez la búsqueda del consenso fue el mayor logro. Logro que capitaneó Adolfo Suárez lo mejor que pudo,  “traicionando a los suyos” e incumpliendo sus juramentos al Movimiento (al igual que el Rey), cuanto menos de manera honesta.
Pero como continuaba diciendo la canción de Jarcha: “Porque hay Libertad…y si no la hay… sin duda la habrá”  esa libertad de aquel presente la situaba en un futuro más sembrado de dudas que de certezas.
Hoy, un sistema político (democracia parlamentaria y representativa) de corrupción generalizada, y un sistema económico (capitalismo) que se retroalimenta con el anterior y que se basa en la rapiña y el robo también generalizado,  está comenzando a ser más que cuestionado y contestado en las calles por una sociedad hasta ahora desmovilizada gracias a un sindicalismo burocrático (no sólo en España sino en toda Europa).
Con una comunidad económica europea (hoy Unión Europea) al servicio de la Banca y de las empresas que cotizan en Bolsa, el sistema político y económico está mostrando su cara más decimonónica y violenta, incompatible con la verdadera Democracia y la verdadera Libertad. Poca democracia y poca libertad puede haber cuando el último informe de Cáritas señala que España es el segundo país de la UE con el mayor índice de pobreza infantil, con 13 millones de pobres (29% de la población), 3 millones en la pobreza extrema, donde los salarios han bajado tanto que aun trabajando se sigue en la pobreza; con 6 millones de parados (el 60% de los jóvenes); con recortes en Educación que están provocando que sólo los menos pobres puedan llegar a la Universidad; con recortes en Sanidad que ya están afectando a la salud de los ciudadanos (sobre todo a los que tienen menos recursos) creciendo alarmantemente las depresiones y  los suicidios; con desahucios masivos y cortes de agua por impago a 300.000 familias e interrupciones del suministro eléctrico a 1.400.000 hogares en 2013…. En fin,  con  reconversiones industriales que nos han dejado sólo para hacer palmas a los turistas.
Ante esta situación la respuesta del Estado es la violencia. En España hay 15 veces más posibilidades de ser encarcelado que en el resto de la UE. (cuando la tasa de delitos es de las más bajas) con cárceles superpobladas (el Informe del Defensor del Pueblo de 2013 afirma que 541 internos presentaron denuncias por malos tratos y torturas) y con la criminalización de las protestas sociales, que terminan calificando de “terroristas” (o casi).
Para muchos el  15M  fue el inicio (tal vez confuso) del cambio y el 22M la continuación (con menos confusión): el fin  de la Transición, que comenzó, como siempre ocurren los cambios, con la toma de conciencia y con la pérdida del miedo.
Por mucho que la mayoría de medios de comunicación intoxiquen y quieran fomentar una vez más el miedo (los antidisturbios el 22M cargaron cuando la manifestación NO había finalizado. Provocaron, apalearon...y recibieron la rabia de algunos que ya no la contienen. Una estrategia bien orquestada desde la Subdelegación del Gobierno, primero calentando el ambiente con el excesivo despliegue policial, después  provocando altercados por parte de unidades infiltradas, para terminar abandonando a 50 antidisturbios ante cientos de jóvenes cabreados –hecho que los propios antidisturbios han denunciado por haber sido utilizados como “conejillos de indias”- con el objetivo de conseguir las deseadas imágenes que impidieran hablar de una protesta histórica,  copado estos hechos casi todos los medios informativos, cada vez más desprestigiados por su falta de profesionalidad)…Cuantos más palos y más ninguneo mediático más va a crecer la protesta violenta…aunque ésta sea metafórica.
Entonces intentarán prohibir hasta las metáforas, como cuando en la escena cómica de la película El Cartero y Pablo Neruda, la tía beata de la novia del cartero (María Grazia Cucinotta: maciza donde las haya) va escandalizada a contarle al cura del pueblo que ha pillado al cartero (el entrañable Massimo Troisi) "¡haciéndole metáforas a su sobrina!" sin saber muy bien qué eran eso de las metáforas y las poesías.

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