25/7/17

VLADIMIR MAIAKOVSKI

ORDEN N.° 2 AL EJÉRCITO DEL ARTE 

A vosotros—
barítonos bien nutridos—
que de Adán
a nuestros días
conmovéis los antros llamados teatros
con suspiros de Romeos y Julietas.
A vosotros—
pintores,
pesados como caballos,
ornato tragón y relinchante de Rusia,
agazapados en los talleres,
seguid pintarrajeando
florecillas y desnudos.
A vosotros—
ocultos en la sombra de hojitas místicas,
frentes surcadas de arrugas
futuristillos,
imaginistillos,
akmeistillos,
enredados en la telaraña de las rimas.
A vosotros—
que cambiasteis el peinado liso
por hirsutas melenas,
los zapatos charolados por zuecos,
proletcultillos,
que remendáis
el gastado frac de Puschkin.
A vosotros—
bailarines, trompetistas,
que traicionáis a ojos vistas
y pecáis a hurtadillas,
que imagináis el futuro
como una enorme ración de académico.
A vosotros,
yo-
genial o no genial,
que he dejado las trivialidades
y que he trabajado en la Rosta,
os digo
antes de que os echen a culatazos:
¡Acabadla!
¡Acabadla!
Olvidad,
escupid
en las rimas,
en las arias,
en el rosal,
y en las demás soserías
del arsenal de las artes.
¿A quién interesa
que «Ay, pobrecito,
cómo amaba
y qué desgraciado fue...»?
Ahora
necesitamos artesanos,
no predicadores melenudos.
¡Escuchad!
Gimen las locomotoras,
el viento entra por las rendijas:
«¡Dadnos el carbón del Don!
Montadores
y mecánicos, ¡al depósito!»
En cada afluencia de los ríos
con un boquete en el costado:
los barcos atronaron en las dársenas:
«¡Dadnos petróleo de Bakú!»
Mientras gastamos nuestra energía
en inútiles discusiones, en busca
de un sentido oculto,
un inmenso clamor sacude las cosas:
«¡Dadnos formas nuevas!»
Ya no hay imbéciles
que esperan con la boca abierta
la palabra del «maestro».
Camaradas,
dad un arte nuevo,
un arte
que saque a la República del fango.

Maiakovski (1893-1930),de origen georgiano, el “Poeta de la Revolución”, como fue llamado, materializó en su obra las grandes ideas y conceptos, que constituían o debían constituir el arte y la estética de la revolución proletaria.
Sin ir más lejos, en su fuero interno, Mayakovski, creía poder consolidar la idea de una estética revolucionaria, así como también, de un arte de vanguardia, nuevo y manifiestamente militante. 

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