1/11/18

Cristina Villanueva

--Imagen: Librería Ateneo Grand Splendid, Av.Santa Fe 1860, BªRecoleta. CABA--

En un reciente viaje a Argentina, en Buenos Aires, en una librería de viejo, en el barrio de San Telmo encontré un librito de poemas de Cristina Villanueva (POEMAS PARA EL GRITO) de 1967, rescato aquí tres de ellos.
               
                  ENUMERACIONES

Por las articulaciones,
por los ángulos,
por los espejos,
la sonrisa,
el agua,
las canciones,
la madera y las piedras,
por los puentes,
los ascensores,
los besos,
or la derecha y la izquierda
se escapa nuestra vida.
¿Cómo recuperar el tiempo de los cafés?
¿De las convalescencia?
¿Del sueño?
¡Viviendo!
Vivir aprisa.
Acumular el tiempo.
Aprovecharlo.
Bebemos como una gigantesca garganta.
¡Agotarnos dando!
Ir hacia el final con las manos llenas de tibieza,
como soles para el ocaso
y el corazón sonoro como guitarras.

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                  ECO

Tirada sobre el suelo.
Como un animal tendido
sobre la tierra.
Como un niño perdido
y asustado donde se separan
los caminos.
Escuchando.
Con el oído pronto a percibir
el ruido.
Esperando una respuesta.
Un golpe del otro lado
que me diga que no estoy sola.
Una mano tendida.
Una puerta abierta,
un sonido nuevo.
Un grito ajeno o mío.
¡Sólo un grito!

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                  HOMBRE

Sujeta.
¿Es que puede alguien
sujetar a nadie?
Para que no me escape
hacia el llamado de las esquinas.
Así quieres tenerme.
Con la boca donde se enfrían tus besos
a la madrugada.
Asfixiada en tu abrazo extendido hacia los edificios
para que no entren en ellos las esquirlas de la luna
en busca de la flor roja que les alimenta.
Con los hombros sin lumbre
en las playas donde otros veraneantes
no dibujan sus huellas.
No me gusta detenerme en un solo espejo y habitarlo.
Ni acostumbrarme a los roperos.
Déjame aceptar, entonces, los rostros invisibles
que me sonríen sobre tu torso repetido.
Déjame desvestirme en las habitaciones nuevas.
Desatar mi cabellera por los corredores.
Y los ángulos,
y el verano.
Para poner sobre la máscara
mi rostro definitivo.

y uno más actual rescatado de la red:
           
                  Jardín efímero

¿Las plantas son humanas?
Tanta despedida y despedidos
y voces en discos para ahorrarse sueldos
y tantos ceos que calculan sacarle más a los más vulnerables y se ríen y sus dientes brillan con la alegría del depredador
el pan y las rosas, el trabajo, el ballet, el cine, el arte, la cultura y la alegría
mordidas y la información transformada en silencio.

Salgo al jardín con llanto atascado por los tarascones de mentiras
veo en el banco blanco con su antigua belleza de volutas y vacíos
entreabrirse y avanzar como un saludo verde
espanta tristeza
una mano de hojas
acaricia mi cuello que se inclina
naturaleza brava que me levanta
para
que les enseñe
a esos
los del derrame de ácidos dolores
la humanidad y la poesía

Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar


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