Vamos a ver, la última película de Julio Medem (el director de Lucia y el sexo, entre otras y del que soy un defensor acérrimo) es desde luego excesiva, infumable que dirían algunos. Los críticos la han puesto a parir y el público ejem, apenas la ha apoyado pese al despliegue de medios y a la expectación que había debemos reconocer que ha pinchado, aunque eso sí, ha recibido algunos premios por ahí. De lo que estoy completamente seguro, como ocurre en la mayoría de películas de Medem es que se convertirá en una cinta de culto. La historia es absurda, confusa, fragmentada, inverosímil (¿no nos recuerdan estos calificativos como aspectos de la realidad actual que podríamos aplicar a otras esferas cotidianas?; ese es el quid del asunto: trasciende el habitual lenguaje cinematográfico. Se trata de un juego entre realidad y creación. Un juego peligroso que la mayoría de las veces se queda asfixiado por otras praxis y que plantea la crítica social mediante el arte, tan denostada hoy en día por la mayoría de los artistas del mercado, que solo están interesados en las galerías y en vender mucho en Arco.
El tema central, la muerte y la osadía esotérica de la reencarnación (mas poética que religiosa) dejan al espectador fuera de juego y en la cuenta atrás(ahí abandona la mayoría, se les rompen los esquemas). Lo mejor –a mi modo de ver—de Caótica Ana, son Medem como ideador y Manuela Vallés (Ana), y en el lenguaje los fantasmas estéticos de Medem (para mi muy evocadores) girando alrededor de las pinturas de su hermana muerta y de la naturaleza salvaje, mágica. Sigue en su línea de reivindicación de los pueblos indígenas, originarios de nuestros planeta y ahí la crítica mas feroz la intrepidez del acto inútil de resistencia, el sufrimiento de la mujer en todas sus facetas de ultraje, denigración, violación y asesinato desde los albores de los tiempos reencarnada en Ana que defeca literalmente encima del secretario de la guerra americano, como un acto inútil, pero artística y poéticamente valioso y simbólicamente efectivo. No es necesario matarle, entrar en su dinámica destructora, Ana tiene la eternidad, es un pájaro libre, es la luz pisoteada y ofuscada ¿Por qué tendría que hundirse en el fango del lado oscuro, del mal?
El espectador típico, el crítico erudito huyen despavoridos ante lo absurdo e insólito del discurso narrativo, áspero y difícil: Valoran la poesía, el trabajo de dirección y a los actores (esplendidos) pero no llegan a la profundidad de los planteamientos de Medem. Por eso aunque reconocen que hay talento lo desacreditan como una obra fallida, en fin comercialmente y como producto de mercado por supuesto que lo es, pero estoy seguro que no son las cosas que más interesan a Julio Medem.
P.D.: Me ha emocionado hace algunos días la defensa de Emma Cohen a la película y la andanada contra la pasmosa “Academia del cine español” y sus premios Goya, quizás sería mejor llamarles “premios Mortadelo”, mas dedicados al mercado y a la industria que a lo artístico.
Algunos comentarios encontrados por ahí:
--“La película de Meden te invita a traspasar multitud de puertas multicolores que preceden infinidad de recorridos mágicos, sendas por la que sólo pueden caminar mujeres, putas, mitos, diosas y brujas, ellas, las poseedoras del don de engendrar a los hombres buenos que alguna vez cambiaran el rumbo de la vida, y Ana es la más moderna de sus representaciones.”
Del foro de “Escuela de letras”
--Tiene muchos factores a su favor: impresionante fotografía, sobrecogedoras imágenes, preciosa banda sonora y un par de actrices, Bebe y sobre todo Manuela Vellés, en estado de gracia. La premisa de la que parte la cinta es muy interesante y original, pero hay algo que falla en esta pelicula. Bajo mi punto de vista, es demasiado excesiva, un tanto pretenciosa y el ritmo cae en picado constantemente (el juego de la cuenta atrás, es insufrible).
En definitva me ha parecido muy soporífera, pero lo que si es cierto es que si se contrasta el mensaje final de la pelicula, con la experiencia de la que partió Medem para llevarla a cabo (la muerte de su hermana), es inevitable emocionarse un poco, y agradecerle al director habernos hecho partícipes de su experiencia personal, que va desde la desolación y desesperanza, hasta la catársis pura y dura.
Del blogdecine
--Hacía mucho tiempo que una película no me hacía pensar, pero pensar de verdad, sobre el sentido de la vida, de nuestros actos, de nuestra propia existencia, y CAOTICA ANA lo ha conseguido.
El film es del todo desconcertante, te encuentras sumido sin preaviso en un universo aparentemente superficial, muy "de hoy", pero conforme se desarrolla la historia te das cuenta que hay profundidad, compleja, oscura y caótica que lleva a un orden vital que solo se desvela al final del film. La historia está contada linealmente, enumerando 10 momentos (a modo de cuenta atrás) clave en la vida de Ana que la hacen avanzar, crecer, comprenderse y descubrirse interiormente, la protagonista va engarzando cosas al mismo tiempo que el espectador, con cada puerta que se abre para responder una interrogante aparece otra, algunas dan miedo, otras son alegres, muchas inquietantes, todas únicas.
Ana está dotada de fuerzas tan contrapuestas que la hacen una mujer extrema y compleja, con una diferencia muy marcada entre la apariencia y el fondo, entre lo visible y lo invisible. Esa es la fuerza del personaje, ese es el hilo de la historia.
Jesús Quero.


















Lo que te puedo decir es que todo mi trabajo se atiene a un campo que es la escritura. Yo todo lo que hago es sobre la escritura. Distintas formas de escritura, con sus distintos tratamientos, interrelaciones en la escritura. No hay otra cosa. En mis comienzos hago una poesía discursiva tradicional. El siguiente paso con Ese protervo zas, es una atomización de esa escritura, es decir, los nexos empiezan a desaparecer, se empiezan a quedar palabras y frases aisladas, incluso el propio sentido, pues no se trata sólo de que tú hables sintéticamente sino que ya ni siquiera hablas, en algunos casos balbuceas, estás en el límite de lo decible, en el límite de los que se puede decir con palabras, y curiosamente se descubre que dices mucho más de lo que crees porque ahí aparece el tema del habla en la cual no hace falta decirlo todo. Es una poesía del habla, una poesía del oído que reproduce y que escribe. Pero al mismo tiempo esta la escritura como objeto, como presencia, como materialidad, está ahí y uno va y puede hacer cosas con ella. Una de las cosas que puede hacer es tacharla, que es lo que yo hago en un trabajo que empiezo en el 65-66, que continuo y que es una de las líneas más destacadas de mi trabajo hasta llegar a tachar varios libros completos. Sobre esto ahora estoy pendiente de hacer una declaración jurada ante notario, llevando naturalmente los libros, y declarar que soy la persona que ha tachado más libros del mundo. Entonces eso lo voy a enviar a la guía Guinness de los récords para ser incluido en ella como la persona que más libros ha tachado. Al mismo tiempo que trabajo sobre el habla convertida en escritura, la escritura transformada, luego también empiezo a trabajar en otros terrenos. Puesto que la escritura puede tener también color y puede haber también otro tipo de escrituras como la que se hace a través de la grabación del sonido, a través de la fotografía, a través de cualquier forma. Para mi la definición de escritura sería algo así como una forma de fijar la realidad, fijar lo que sucede como alternativa a la memoria. Nunca será la realidad, pero sí una parte de ella, como os sucede con la memoria. La escritura hace lo mismo. Yo pienso que el primer hombre que escribió era eso, es decir, como la memoria es infiel, hay que forzarla con la escritura. Es cierto que después ese invento la sociedad lo ha transformado en elementos de poder porque está claro que las primeras escrituras sumerias o chinas son escrituras de propiedad para controlar las propiedades de cada uno, rebaños, terrenos o lo que fuese. Y también para fijar la leyes de las religiones. Entonces aparecen los poetas, los cachondos y enloquecidos, y utilizan eso para otro tipo de cosas. Rousseau, pensando sobre el nacimiento del lenguaje, dice que el hombre empieza a hablar para mentir, para distorsionar la realidad y servirse de su propia invención. Rousseau dice que el hombre primitivo no necesitaba hablar para comer, cazar o reproducirse, hasta que, dentro de un grupo de homínidos, un individuo débil necesita realizar el deseo de una hembra a la cual sólo tienen acceso los más fuertes, y se le ocurre hablarle y decirle que es la más hermosa y la mejor de todas. En definitiva le miente, qué es para lo que sirve el habla, para mentir, para inventar, para hacer otra realidad. Eso es lo que dice Rousseau del lenguaje y yo lo llevo a la escritura, es decir, la escritura es para inventar. Existe por razones prácticas como la televisión o la fotografía, pero cualquiera de ellas se puede utilizar para inventar, para mentir, para obtener algo nuevo. ¿Cómo?, pues experimentando con ella, tratándote con ella, volcándote sobre ella. Y es lo que he pretendido hacer, es decir, yo creo que nunca he dejado de hacer escritura, ni siquiera cuando he hecho cosas que son pura fotografía. Para mi siguen siendo escritura. ¿Por qué?, porque estoy convencido de que cuentan historias, no en el sentido de la reproducción de algo evidente o real, sino que nos cuentan cosas de nosotros, el individuo ve ahí cosas que le relacionan con su memoria, con su pasado, con su experiencia, con sus temores o alegrías. En definitiva le ponen en marcha, y es lo que yo pretendo. Y entonces, para esto sirven igualmente las imágenes, las texturas, o el color. En algunos casos son cosas de tipo místico, lo cual no es nada extraño si pensamos que el Siglo XX es el siglo donde más artistas místicos ha habido. Es el siglo del misticismo. Por lo tanto que el color te produzca un determinado efecto es concebible.