9/6/08

The dead girl (La chica muerta) Karen Moncrieff. 2006

Cuando el CINE, así con mayúsculas se convierte en una obra de arte, se hace grande su enunciado (no busca el entretenimiento, ni la rentabilidad, sino el beneficio: ‘hacer bien’), expresividad, lenguaje afilado y certero para plasmar realidades complejas, actuales y elevarse al nivel de la literatura o del mejor arte.

La chica muerta, es una inquietante película, realizada en 2006 –ha tardado dos años en poderse ver en nuestro pais--. Una cinta dura, gris y sin concesiones hacia el público, pero apta para mentes inteligentes y que no quieren mirar hacia otro lado, un film austero, pero con momentos emotivos y poéticos. The dead girl es la segunda de Karen Moncrieff, 44 años, nacida en Sacramento USA,(Blue car del 2002.fue la primera).

Son cinco historias de mujeres sin aparente conexión alrededor de un hallazgo casual, juntas nos dan las claves y aproximaciones acerca de la muerte de una puta joven. Cinco armazones argumentales, por donde deambulan esas mujeres, perdedoras, victimas de las circunstancias, de esa América profunda, (tan alejada del mito Hollywood), de una sociedad vacía y enferma.

La Desconocida, la Hermana, la Esposa, la Madre y la Chica muerta, conforman un retrato de esa otra realidad tan alejada de la tonteria y las comedias de éxito. A Moncrieff no le interesan los motivos de la muerte de la chica, sino los aspectos humanos, los tabúes, complejos, situaciones agobiantes sin resolver que van envenenando la rutina de esas mujeres sin futuro, que las va hundiendo poco a poco en el pozo de los miserables, la desesperanza de los desposeidos.

Uno de los conceptos interesantes, es que la directora no hace juicios de valor, ni análisis psicológicos acerca de ellas; no intenta explicar, ni valorar, ni mostrar alternativas, ni redención a la vida de esas mujeres, solo lanza un mensaje impactante: ‘este es nuestro patético mundo, la vida real, sin decorados’ sin ápice de esperanza, con toda su tremenda crudeza. Los escasos espectadores serán los que reciban los guantazos. Nos deja un amargo sabor de boca, con la excepción quizás de esa niña pequeña, hija de la muerta y salvada por los pelos del desamparo, por alguien que esta vez sí, abre los ojos y actúa correctamente.

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