8/8/16

Orlan


Esta artista de Performance (como se definió en el programa), nació el 30 de mayo de 1947 en Saint-Etiénne (Loire, Francia). Creó sus primeras performances a los 17 años. El padre hablaba esperanto (lengua que ella aprendió) y fue un anarquista anticlerical. “La madre es madre”. Ambos practicaban el nudismo en campos ad hoc. Impresiona por su aspecto extraterrestre, con dos chichones plateados sobre las cejas (“mis órganos de seducción”, diría ella más tarde), un peinado alto mitad blanco y mitad negro y anteojos enormes. Sus antecedentes mediáticos la presentan como “la artista que se opera y hace obras con su sangre y partes del cuerpo”, acercándola a la morbosidad y a modelos autolacerantes como el piercing. Esta impresión prejuiciosa se fue modificando a medida que transcurría la conferencia y tuve la posibilidad de entrar en contacto con su obra y con Orlan misma... que es también su propia obra.
En 1993, el 21 de noviembre, después de la 7º Operación-Performance-Quirúrgica en Nueva York, se hace colocar a cada costado de la frente dos implantes de siliconas utilizados habitualmente para realzar los pómulos, lo que crea dos protuberancias sobre sus cejas.
“Somos una generación que tomamos la palabra para reivindicar nuestro cuerpo. Nos planteamos si ser o no ser madres. ¡Gracias a la píldora, la píldora ...! Había una época en que no casarse y no tener hijos era un acto político bastante violento. Siempre lo más difícil de soportar es que una mujer haga lo que quiera con su cuerpo, no lo que se espera que debería hacer. Queremos tener un cuerpo y poder gozar de él más allá de lo que nos enseñan. La idea es salirse del marco, ejercer el libre albedrío para inventarse y realizar una escultura de sí mismo.
Propongo un cuerpo desacralizado, disidente, que 'decorpora' y puede ser decorado”.1
En 1990 Orlan fue la primera artista que utilizó la cirugía y la cirugía estética en una performance. “La Re-Encarnación de Santa-Orlan” o “Imágenes, Nuevas Imágenes” fue la primera de una serie de “Operaciones-Performances-Quirúrgicas” durante las cuales el quirófano deviene su atelier de donde salen las obras: dibujos con sangre, relicarios, textos, fotos, videos, films, intalaciones... Desde entonces, los medios se apoderaron de la historia de Orlan para fabricar otra a su conveniencia, un producto de consumo más cercano al morbo y lejos, muy lejos de su propuesta.
Para contrarrestar esta imagen mediática, Orlan comenzó la conferencia diciendo: “Llevo 12 años sin operarme. La cirugía no es mi negocio.2 Lo que consideramos lo más privado en nosotros, está 'formateado' socialmente. Este es mi cuerpo, este es mi software”.
“Me rebelé contra los dictados de la ideología dominante. Creo que la identidad es mutante, movediza, nómade. Las imágenes se multiplican: una imagen produce otra imagen. Me operé para esculpirme a mí misma, para producirme y producir una obra. Produje dibujos con mi sangre, dirigí la fotografía y el video durante mis operaciones. Algunas se transmitieron vía satélite. Cada “Operación-Performance-Quirúrgica” es una “Operación-Ópera”.
“El tránsito entre los dos sexos, el femenino y el masculino, entre los dos géneros, entre el ser actual y aquel del mañana, es monstruoso. Las ideas encarnadas por Orlan son perturbadoras porque ellas trastornan los últimos reductos del monoteísmo, sus prohibiciones, sus límites: tenemos el derecho de reinventar el cuerpo humano. Por ella, gracias a los nuevos medios apuntados por la ciencia, el ser humano puede labrarse a sí mismo tanto su carne como su espíritu, inscribir su espíritu en su carne; cada uno es artista y podría transgredir la ley del grupo
(Pearl, Lydie, Artes de la carne, Editions La lettre volée, Bruselas, 1998).
Luego de una cirugía facial, durante los 40 días siguientes Orlan se sacó fotos diariamente mostrando cómo los hematomas del rostro iban cambiando de color y relizó una exposición con estas gigantografías: “El cuerpo fabrica autorretratos”.
“Artaud dijo que se puede cagar de mil formas, dormir mil horas.
Es infinito el tiempo que uno usa para usar la máquina cuerpo. Tiene muy poca autonomía. Necesitamos un cuerpo más liviano, más adaptado. La plenitud del cuerpo dura 30 años, no más. Y eso no es mucho. Hace un tiempo hice un petitorio contra la muerte, y pocos quisieron firmarlo”.
1977 es una fecha clave, porque su escultura y performance titulada “Le Baiser de l'Artiste” (“El Beso de la Artista”) genera un escándalo y reacciones en cadena que ocasionan que sea despedida de su puesto docente como Formadora de Animadores Socioculturales. La obra es Orlan detrás de una pechera-escultura de plástico: el público coloca una moneda en una ranura en el cuello y la moneda cae por una guía y entra por la vagina. Entonces Orlan sale de la escultura y besa a quien puso la moneda. Ante el escándalo, la echaron de la muestra y se sentó en la entrada, donde recibió adhesiones mientras planteaba reflexiones entre el arte y la prostitución. Finalmente, ante el apoyo del público, la institución compró la obra y la expuso en la entrada. “Creo que se vuelve mercancía”.
Está bien claro que el único bien que poseemos (“yo no tengo más que mi piel” se escucha a menudo) nos pesa. Todavía es demasiado porque el sentir-tener (avoir) y el ser-parecer (être) no coinciden, y es la causa de que las relaciones humanas estén mal barajadas: tengo una piel de ángel pero soy un chacal; una piel de cocodrilo, pero soy un cachorrito; una piel negra pero soy un Blanco; una piel de mujer pero soy un hombre. Jamás tengo la piel de lo que soy. No hay excepción a la regla porque jamás parezco lo que siento” (Lemoine-Luccioni, Eugénie, “La Piel es decepcionante”).
                                                                                        (extraido de aqui)

“El mundo ha cambiado. He trabajado por la libertad como muchas mujeres, pero no me siento parte del Club Feminista.
En algunos de esos clubes se maquillan y en otros ridiculizan a quienes lo hacen.
Sin embargo, en esta época las feministas son necesarias.
Yo no era feminista. Estaba contra toda discriminación.
Ahora las cosas se están cerrando por la presión religiosa.
Estamos retrocediendo. La situación es muy grave.
Deberíamos llevar una pancarta que diga:
“Soy una hombre y un mujer”.
Es muy difícil ser”.
Manifiesto del Arte Carnal (extracto de la pág. web de Orlan)

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