15/9/16

Carlos Romeo. Lo que supe de Xavier Sabater y poema fonético Tekne Iatrike


LO QUE SUPE DE XAVIER SABATER

Carlos Romeo

Hay un antes y un después que deben relatarse para poder situar lo que quiero contar.
Empezaré con un breve apunte autobiográfico. Creo que mucha gente identifica, sobre todo en el recuerdo, la tercera década de su vida como una época feliz, como si los “veintitantos años” fueran sinónimo de algo positivo sólo por invocar esas cifras. En mi caso no fue así. Los años ochenta (yo cumplí veinte años en 1981) fueron una mala época de mi vida. Yo vivía en el centro de Madrid, en el barrio de Chueca, no muy lejos del barrio de Malasaña. Allí, en la calle San Vicente Ferrer, un compañero mío del instituto (junto con su pareja de entonces) abrió un bar de copas llamado El Roto, muy cerca del Elígeme. De una forma espontánea empecé a recalar en este local con frecuencia, y fue allí donde conocí a Xavier Sabater. Llamaba la atención su aspecto de hombre delgado, con el pelo peinado hacia atrás y vestido de negro. Ha pasado mucho tiempo, más de veinticinco años, desde aquel primer encuentro y no puedo recordar las fechas exactas, pero tengo la certeza de que hablo de la segunda mitad de la década de los ochenta.
Creo que no fui consciente hasta más tarde de la conmoción que provocó en mí conocerle. En lugar de hablar sobre arte, Xavier practicaba el arte. Poesía, obra gráfica, música, pero más allá aún de lo que estos nombres pueden evocar en primera instancia. Hablaba de poesía visual, audiopoesía, poesía fonética, etc. Polipoesía, en suma. Y no me olvido de las tendencias que inventaba, como el “No Arte Total”.
Seguramente no mentiría si dijera que la mitad de nuestras conversaciones tuvieron lugar en bares, como El Roto u otros. También estuve en su vivienda y lugar de trabajo, un amplio local situado en la calle Valverde. Los hilos del destino parecen trenzados, mi familia vivió durante décadas unas casas más abajo de esa misma manzana. Luego supe que su primer domicilio en Madrid lo tuvo en una vivienda del mismo edificio donde yo viví posteriormente entre 1991 y 1992.
Con mi amigo, el que montó El Roto, Xavier había intentado hacer música sin muchos resultados o al menos eso creí entender. Yo cogí todos mis teclados y gran parte de mi equipo y lo dejé todo en su local. Así que tocamos y ensayamos en varias ocasiones. También se grabó, con un micrófono colgado del techo, parte de lo que hicimos y que acabó siendo una de las fuentes de Proyectos, una cinta de cassette del SISS.
Yo recuerdo a Xavier Sabater como una persona con la mente efervescente y llena de ideas. Me habló mucho del LIAD, Laboratorio Informal de Actividades Diversas, del cual el SISS, Sección de Investigaciones Sin Sentido, era parte. Me habló de sus amigos de Barcelona, como Félix Menkar, Antón Ignorant o Alberto Coduras; y de mil y un proyectos más, como la idea del colectivo que tenía in mente, ODA. Con algunos conocidos de mi ciudad hubo un amago de formar un LIAD-Madrid pero, aunque nos reunimos para hablar de ello, el asunto no fructificó.
Las cosas que hicimos entre él y yo fueron varias. Aparte de mi presencia en parte de la ya comentada cinta Proyectos, llegamos a escribir una canción a medias. Se trata de “Nunca-Nunca”. Era un proyecto de música pseudocomercial, en palabras de Xavier. Los versos se desarrollaron sobre una base musical mía, y recuerdo perfectamente cómo a él se le ocurrió la música del estribillo. La letra era suya por completo y la desarrolló mientras escribíamos la pieza. Una primera versión de la letra del estribillo fue sustituida por otra cuando él creó una nueva melodía para el mismo. Tenía yo entonces una hoja enorme de papel milimetrado y en ella escribí la letra de la canción, con las dos variantes. Ese es el motivo por el que no hay una versión autógrafa del texto por su autor. No lo grabamos. Posteriormente, yo sí grabé mi versión de la pieza, cantándola yo mismo. Era más up tempo que la misma tal y como la ensayamos en su día. ¿Otoño de 1987? Es una fecha aproximada, quizá probable.
Con relación a la música hay que hablar de un par de cosas más. Durante parte del curso académico transcurrido entre 1987 y 1988 planteamos y realizamos una serie de Audiciones Sonoras en el bar Redoxon, de nuevo en la calle de San Vicente Ferrer en Malasaña (en la acera de enfrente del Elígeme). De estas audiciones, se repartieron flyers y Xavier hizo uso de su lista de contactos. De todas las que hicimos la que tuvo más éxito de público fue la primera, dedicada a la Audiopoesía. Además, Xavier se había comprometido a distribuir cintas con la música de Antón Ignorant, Víctor Nubla y artistas con estos relacionados, y estos se promocionaban en estas ocasiones.
Recuerdo varias de estas sesiones, de unas dos horas de duración, en las que la selección de la música la hice yo mismo, como fue el caso de la dedicada al minimalismo. El 28 de marzo de 1988 realizamos la dedicada a la música de los integrantes del LIAD-Madrid.
Más adelante tuve una última colaboración musical con él, cuando Xavier ya había vuelto a Barcelona a comienzos de los años noventa. Una de las características de mi vida es que soy un especialista en perder trenes. Estaba fascinado por la escena de las cintas de cassette autoeditadas y con la técnica (y estética) de la grabación en cuatro pistas. Finalmente tuve una grabadora así, varios años más tarde del que quizá hubiera debido ser su momento. Esto es pertinente porque tuve la oportunidad de ofrecerle un fondo musical a un poema que Xavier me envió. Se trataba de “Las mujeres que siempre amé”. Construí la pieza con mi pequeño Casio SK 1 capturando muestras de Orfeón Gagarin, Glen Moore y Don Cherry, y añadiendo mi guitarra solista grabada en reversa. Es una pieza muy rítmica que registré en dos versiones, instrumental por un lado, y con el poema recitado por mí en la otra. Todo esto se lo grabé en una cinta y se lo mandé. Fue la última vez que hicimos algo juntos, de alguna manera.
Dejando atrás lo musical y yendo hacia la literatura, él y yo hablamos mucho de libros. Por ejemplo, de cómo él había hallado una trascendencia en Céline que no encontró en Mishima. Él me regaló, de las copias que disponía, fanzines como Exóticas Nuevas. También dos libros editados por La Cloaca: la antología Algunos poetas en Barcelona y su propia obra Oscuros silencios de bronce. Yo tenía un texto, “Réquiem –fragmentos con banda sonora–”, y se lo presenté. Le gustó lo suficiente como para incluirlo en el primer número de Warieteees, una revista espléndidamente presentada que Xavier mismo editó. Algo que siempre le agradeceré.
Yo escribía poesía desde hacía algunos años. Había abandonado las formas clásicas para desarrollar una forma de expresión libre. Con toda seguridad, conocer lo que estaba haciendo él fue lo que me preparó para crear mi poema fonético “Tekhne Iatrike”. Sólo puedo decir que a Xavier este texto le entusiasmó, tanto que lo incorporó posteriormente al repertorio de Poliphonètica Dinàmica. Antes de llegar a esto, hubo algunas cosas más. Le ayudé a montar una actuación en el Café Manuela, en Malasaña, que tuvo lugar el día veinte de septiembre de 1988. Supongo que gracias a esto vi Polipoesía en acción, ya que Xavier se encargó de crear un espacio poético donde se desarrolló el acto. Había algo de “instalación”, algo de “performance” junto a la propia poesía. Colaboré con él haciendo la segunda voz de “Violencia y confusión”. Le sugerí que presentara “Tornava Retornava”, ya que él temía alguna reacción adversa del público ante el uso del catalán, pero no hubo ninguna. Yo participé con un par de piezas mías, pero estaba claro que la Petit Performance Poli Poética Phonétika era algo suyo.  
Con Xavier Sabater ya de vuelta en Barcelona, tuve la ocasión de escuchar el espectáculo “Simplis poetus ignorantius somus” presentado por Poliphonètica Dinàmica el día veintiséis de junio de 1990 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Algunos elementos que conocí en su Petit Performance Poli Poética Phonétika reaparecieron en esta actuación, como la generación de un “espacio poético” y parte del repertorio. Dentro del mismo el grupo interpretó mi “Tekhne Iatrike”.
El último contacto que tuve con él fue en 1996, en la época de la pieza musical que he mencionado previamente. Él me regaló tres libros editados por sedicions, que incluían su poemario Saba-Sanyo-Casio, dedicado, que he conservado siempre.
Ahora debemos remitirnos al aquí y ahora, al porqué de este escrito. Éste tiene que ver con un acto organizado en Madrid, el pasado veintiséis de abril de 2014. Se trataba de la presentación conjunta de tres publicaciones en las cuales colaboro, una literaria (Pélago) y dos musicales (El Chamberlin y Oro Molido). Yo quise devolver el favor que me hizo Xavier en su día recitando mi “Tekhne Iatrike” y planeaba presentar su “Tea Nia Anibobis”. Me puse a buscarle por la red para contactar con él y ponerme al día. Entonces me encontré con la terrible noticia de su fallecimiento, sucedido en Barcelona el pasado seis de marzo.
Esto cambió de raíz mi presentación. Decidí que dos textos míos envolverían una selección de poemas suyos extraídos de los libros Algunos poetas en Barcelona y Saba-Sanyo-Casio, junto al texto, que presumo inédito, de la canción que escribimos juntos, “Nunca-Nunca”. No podía hacer menos por él, en su recuerdo y homenaje.
Escrito en Madrid a veinte de mayo de 2014. Ω

Publicado en la revista Pélago nº 20 del 2014
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TEKHNE IATRIKE


¡Ananké!
Soma krasis, tou somatos theion.
Physis tou iatros. Psyche krisis.
Eidea…
¡Lysis!
¡Krisis!
Psyche soma.
Psyche soma.
Psyche soma.
¡Aisthesis empireia tykhe!
Dyskrasia.
Dysroia.
Katananken.

Pepsis akmé, demioergoi euroia.
Pneuma triplokya, metastasis theion.
Tropoi Techne eukrasia.
Logos iatrike. ¿Eukrasia?
¡Dyskrasia!
            ¡Dysroia!
¡Katananken!

Parenkyma arkhia eleutheria.
Aisthesis tou somatos.
Tekhne Iatrike.
Parenkyma sepsis, empyema homoion.
Tropoi diakrisis. ¿Katatyken?

¡DYSKRASIA!
¡DYSROIA!
¡KATANANKEN!

Psyche soma.
Psyche soma.
Psyche soma.
                 
 ¡Katananken!
Katananken…



Carlos Romeo.  Primavera de 1988

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